Mikel INSAUSTI
LA FORMA DEL AGUA

La monstruosa anonmalía se encuentra con la humanidad perdida

Entre los aficionados al cine fantástico Guillermo Del Toro es ya un ídolo, pero le faltaba llegar al gran público y reinar también en Hollywood. Cierto es que en la conquista del Óscar le precedieron sus compatriotas Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñarritu, pero procediendo de un género tan específico su ascensión todavía tiene más mérito si cabe. Ningún gran estudio, salvo la Fox, creyó en su bizarro proyecto, que en un principio tenía previsto rodar en el blanco y negro de los clásicos terroríficos de la Universal que tanto ama. Con un presupuesto que no llega a los 20 millones de dólares, lo que le permite conservar intacto su genuino espíritu de serie B, lleva ya recaudados en la taquilla de los EEUU más de 40 a la espera de que se confirmen los premios a los que la película está nominada, y que la podrían encumbrar definitivamente. El León de Oro obtenido en la Mostra de Venecia le catapultó a los Globos de Oro con dos estatuillas al Mejor Director y a la Mejor Banda Sonora para Alwexandre Desplat. Y de ahí a las doce nominaciones a los Bafta y las trece a los Óscar, incluidas las de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz, Mejor Actor de Reparto, Mejor Actriz de Reparto, Mejor Guion Original, Mejor Fotografía, Mejor Vestuario o Mejor Banda Sonora.

“La forma del agua” a nivel popular está siendo apreciada como la gran versión de la historia de amor anómala inspirada en mitos tan extendidos como el de “La Bella y La Bestia”, pero genéricamente hablando, tiene sus más claros referentes en “La novia de Frankenstein” (1935) y en “La mujer y el monstruo” (1954). Por no decir que el cineasta mexicano expande su propio universo cinematográfico, teniendo en cuenta que el actor de camuflaje Doug Jones repite el papel de extraña criatura acuática con rasgos antropomórficos de carácter mutante. El acierto es que su amada humana es muda, y al no hablar convierte esa carencia en una mayor sensibilidad para comunicar sus sentimientos sin palabras ni convencionalismos.