gara, donostia
MADRID
Entrevue
VIRGINIE DESPENTES
ESCRITORA

«Para las mujeres es más fácil salirse del redil y ejercer de oveja negra»

Nacida en Nancy en 1969, acaba de reeditar el ensayo «Teoría King Kong» (disponible en euskara en la colección Eskafandra) y de publicar «Vernon Subutex», evocación en clave rockera de las incertidumbres que ciñen sobre la sociedad actual.

Hasta hace un par de años, Virginie Despentes era una escritora de culto con una trayectoria vital repleta de episodios que contribuyeron a ir configurando una identidad subversiva. Exprostituta, cineasta, escritora, teórica del postfeminismo… La publicación de la trilogía “Vernon Subutex” la ha convertido en un fenómeno de masas. Ella, con sorna, atribuye su éxito al hecho de que, por primera vez, ha tomado a un personaje masculino como referencia.

 

Cuando comenzó la escritura de «Vernon Subutex», ¿lo hizo con la intención de ofrecer un retrato generacional?

No, para nada. De hecho cuando empecé a escribirla tenía en mente contar la historia de un chico que trabaja en una tienda de discos, que pierde su apartamento y que comienza a vivir de squatter. Aquello no daba para mucho, por lo que pensé que sería una novela corta. Pero, en la medida en que iba construyendo la historia, me di cuenta de que el rock estaba muy presente en ella y a través del rock puedes hablar casi de cualquier cosa, pues se trata de un fenómeno transnacional e intergeneracional. Eso me dio la pauta para convertir la historia de Vernon Subutex en una metáfora sobre las transformaciones sociales que han acontecido con el cambio de siglo ya que soy perfectamente consciente de haber crecido en un mundo del que ya no queda rastro.

En su prosa se percibe un cierto orgullo a la hora de evocar la autosuficiencia del individuo en la era pre internet. Como si los nuevos procesos de comunicación nos hubieran terminado por homologar hasta anular nuestra singularidad.

Bueno, internet nos ha cambiado a todos, para bien y para mal. Yo creo que ahora empezamos a ser un poco conscientes del calado real que ha supuesto dicho cambio. Antes cualquier acción, cualquier discurso, surgía de un proceso, ahora todo es más inmediato. Eso te obliga a tener claro lo que quieres, cómo lo quieres y dónde conseguirlo, lo cual no es malo pues tu vida, qué duda cabe, se vuelve mucho más cómoda pero ese acomodamiento te va aislando de la realidad, ya no te relacionas con los demás como lo hacías antes y vas perdiendo habilidades sociales que es lo que les ocurre a los personajes de “Vernon Subutex” al inicio del relato.

En su ensayo, «Teoría King Kong», usted afirma: «Regresamos hacia estados de organización colectiva que infantilizan al individuo». ¿Esto vale para definir a los protagonistas de «Vernon Subutex»?

Bueno, ellos viven instalados en una suerte de eterna adolescencia porque ser rocker es lo que tiene, pero al mismo tiempo, son capaces de salir de sus respectivos búnkeres de pensamiento y compartir experiencias, a pesar de tener poco o nada que ver entre sí como individuos. Eso, pienso, que es lo que les da valor como personajes en una época en la que tendemos a encerrarnos en nuestros propios razonamientos. Con lo cual, teniendo algo de infantil, el hecho de que se lancen a construir una utopía les sitúa frente al sistema.

Se nos empuja a la infantilización  privándosenos, sin embargo,  de aquello que más define a los niños: la capacidad para disfrutar. En su novela muestra cómo la búsqueda del placer es algo que, socialmente, merece castigo.

Sí, pero porque mis personajes no se lanzan a la búsqueda del placer guiados por un espíritu hedonista, no buscan simplemente vivir experiencias sino crear espacios alternativos de convivencia, de bienestar. Hoy en día todo nuestro tiempo, todos nuestros pensamientos y todos nuestros placeres están orientados a la productividad, a la creación de riqueza económica. Rebelarse contra eso es lo que termina por condenarles a ojos de la sociedad. Yo creo que cada día hay más personas que anhelan expandir su espiritualidad buscando, con ello, escapar de ese pragmatismo capitalista que nos asfixia, pero las autoridades cada vez están más atentas a abortar cualquier forma de disidencia. Vivimos en el totalitarismo total.

¿Diría que Vernon Subutex es una figura destructora?

Vernon es, sobre todo, alguien con una actitud muy pasiva que rechaza asumir el papel de liderazgo que le confieren los demás miembros del grupo. Puede que, en el fondo, eso le haga ser destructivo pues nada hay más destructivo que echar balones fuera y no asumir tus propias responsabilidades, pero él ni siquiera es consciente de ello. A mí lo que me interesaba, sobre todo, era servirme de este personaje para proyectar una mirada de perplejidad hacia el mundo que me rodea. En los últimos años se han derrumbado a nuestro alrededor tantas cosas que jamás pensé que desaparecerían que me veo incapaz de responder ante coyunturas para las que no estoy preparada. Hace quince o veinte años tenía las ideas más claras pero ahora, al menos a los de mi generación, nos falta perspectiva y eso nos mantiene paralizados. Creo que vivimos instalados en el caos y en la incertidumbre que son las etapas que siguen al estado de shock del que hablaba Naomi Klein. Como tal, estamos en un período de adaptación.

Y el proyectar su propia mirada a través de un personaje masculino, ¿cómo lo gestionó?

Era una novedad para mí como escritora pero, en el fondo, hombres y mujeres no somos tan diferentes y, por otra parte, la condición de rocker del personaje y ciertas afinidades generacionales me han hecho sentirlo como una figura muy cercana. Lo más curioso, sin embargo, es cómo cambia la percepción sobre una novela si el protagonista es hombre o mujer. Estoy segura de que si esta obra hubiera estado protagonizada por una chica nadie habría visto en ella un retrato social porque un hombre puede llevar el peso de un mensaje universal, pero una mujer no. A una mujer todavía se le cuestiona sobre si tiene derecho a hacer ciertas cosas mientras que con un hombre hay más tolerancia por parte del lector. Vernon hace lo que puede, sus desaciertos o errores despiertan ternura o cariño pero nunca reprobación.

Al hilo de esto, me gusta la idea que plantea en «Teoría King Kong» de la virilidad como construcción política, de que el hombre es también víctima de un sistema autoritario.

Es algo que cada vez tengo más claro. Los hombres se ven más coartados a la hora de reflexionar sobre su identidad que las mujeres, por eso hay tantos ensayos sobre feminismo y tan pocos escritos de hombres reflexionando sobre masculinidad. Para la mujer es más fácil salirse del redil, está acostumbrada a tener menos apoyo que los hombres, a recibir menos solidaridad. Desde ese punto de vista, para nosotras es más fácil ejercer de oveja negra. Pero un hombre pierde mucho cuando se aparta del grupo, pierde privilegios y poder pero también el apoyo de sus colegas. Lo hemos visto con la elección de Macron como presidente de la República francesa. Los comentarios que le dedicaron por tener una esposa veinte años mayor que él fueron de una virulencia extrema. A mí Macron no me cae bien pero ahí es cuando te das cuenta de que hay que tener muchos cojones para defender una elección que es repudiada por la mayor parte de los de tu género.

En este sentido las últimas palabras de «Teoría King Kong» rezuman contundencia: «El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres, pero también para los hombres». ¿Cree que los hombres nos hemos dado por enterados de que tenemos que ser parte activa de dicha aventura?

Tengo la sensación de que las cosas están empezando a cambiar. Por ejemplo, cada vez son más los hombres que leen textos de teoría feminista. Esto hasta hace diez años era prácticamente impensable. Por otra parte, creo que muchos chicos jóvenes cada vez se sienten más preparados para reafirmarse en su heterosexualidad sin que eso conlleve la defensa de una idea de masculinidad con la que no comulgan. Pero es que es algo normal porque si un hombre quiere ser partícipe de una revolución sexual tiene que permitir que las mujeres tengan también un papel activo a la hora de follar, porque están follando con ellas. Si quieres hacer una revolución feliz la tienes que hacer conjuntamente, si los hombres resuelven hacerla solos han de entender que eso es acoso.

Dentro de esa aventura colectiva que es el feminismo, ¿qué papel cree que juega un movimiento como el #MeToo?

A mí me parece un movimiento importante dado su carácter transnacional y porque nadie puede parar estas denuncias. Gracias a él, además, muchas mujeres jóvenes que todavía arrastraban un sentimiento de culpa a la hora de gestionar emocionalmente el acoso del que habían sido víctimas en el ámbito laboral, han podido liberarse de él. Pero, sobre todo, me llena de esperanza que muchos hombres estén empezando a tomar conciencia sobre el tema. Con todo, lo que más me ha impactado de todo esto es que según iba adquiriendo fuerza el fenómeno, todas y cada una de mis amigas, haciendo memoria, recordaban alguna situación de incomodidad vivida en sus trabajos pero las mantenían enterradas en su memoria porque les daba miedo compartirla con otras personas ante el temor de no ser comprendidas.

  ¿Pero no teme una instrumentalización del movimiento por parte del poder político hasta generar un escenario de represión moral?

Un poco sí, me preocupa que todo esto genere actitudes de desconfianza u hostilidad recíproca entre hombres y mujeres, pero, sobre todo, que vivamos una regresión en materia de derechos. Ya he escuchado a algunos líderes religiosos incidir en la idea de que, tal y como están las cosas, resulta obvio que para las mujeres salir de casa solas representa un peligro que deberían evitar.

Y ¿qué opina del hecho de negar la obra de un autor en base a su conducta?

El problema es que muchas personas se dejan llevar por la idolatría a la hora de aproximarse a la figura de un cineasta o de un escritor y lo cierto es que quienes nos dedicamos a la creación estamos lejos de ser figuras ejemplares. En mi biografía, por ejemplo, no vas a encontrar ningún caso de acoso pero sí una experiencia prolongada con las drogas y una tendencia a la irascibilidad que me ha llevado a maltratar verbalmente a ciertas personas. Ahora estoy mejor pero no puedo negar que yo era así. Yo siempre digo que Bukowski es un escritor que me fascina pero que no lo hubiera querido como amigo. Entiendo que ahora pueda haber gente que se sienta violenta reconociendo, por ejemplo, que le gusta el cine de Woody Allen, pero creo que deberíamos poder disfrutar libremente de sus películas atendiendo a su calidad, más allá de lo que podamos llegar a pensar o a sentir sobre su autor.

 

No sé si para sobrevivir en medio de tanta confusión lo mejor sería ejercer de marginal, tal y como hacen los personajes de sus novelas. ¿Qué valor le concede a la inadaptación como gesto político?

Yo creo que ser un inadaptado en estos tiempos que corren es un signo de higiene mental. Los perdedores, como personajes, siempre me han atraído pero es que, además, hasta no hace mucho tiempo, ser un perdedor no era algo vergonzante. Ahora, sin embargo, estamos inmersos en una dinámica donde celebramos constantemente al triunfador social, loamos sus victorias sin atender a cómo han sido conseguidas. Creo que debemos cambiar ese paradigma. La realidad es que muchos de nosotros hacemos nuestro trabajo buscando el modo de integrarnos en el sistema pero nunca llegamos a encajar plenamente.