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Movilización antifascista en Italia ante una ultraderecha en ascenso

Roma, Milán y Palermo vivieron ayer manifestaciones antifascistas y antirracistas a la vez que varios movimientos de ultraderecha llevan a cabo movilizaciones y actos a una semana de las elecciones legislativas. El líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, despreció la movilización antifascista y se mostró seguro de liderar el próximo gobierno.

Movilizaciones antifascistas en varias ciudades italianas hicieron frente ayer a varios actos de la ultraderecha de este país, en un clima cada vez más tenso a una semana de las elecciones legislativas del 4 de marzo.

«Estamos aquí para decir no al fascismo, porque hay demasiados hechos insanos en este momento, y para impedir que vuelva», resumía la sarda Rita Solo, militante del sindicato CGIL, en la manifestación de Roma. A su espalda, una pancarta proclamaba «Make Italia antifascista again», en la movilización convocada por la asociación nacional de partisanos.

«Los partidos nacionalistas hacen que vuelvan a emerger los valores fascistas, vuelve el miedo al diferente. Los jóvenes no podemos ceder a este miedo, si no, será un retroceso de cien años», añadía Marta Zambon, educadora milanesa.

El primer ministro, Paolo Gentiloni, y el líder del PD, Matteo Renzi, participaron brevemente en la manifestación, convocada tras la muerte de varios africanos en la localidad de Macerata, tiroteados por un militante de la Liga Norte.

En Milán, la Policía cargó contra los manifestantes de izquierda que se oponían a las concentraciones de las formaciones Fratelli d’Italia y Casa Pound. A su vez, el grupo fascista Forza Nuova se movilizó en Palermo

La Policía también desalojó a estudiantes que se encaramaron a una estatua de Giuseppe Garibaldi, símbolo de la unificación italiana, para colgar una pancarta antifascista.

Uno de los actos más concurridos de la ultraderecha fue el de Matteo Salvini, líder de la Liga Norte y aliado en las elecciones de Forza Italia de Silvio Berlusconi y de Fratelli d’Italia. Los sondeos dan a esta alianza un primer puesto en los comicios con el 30% de los votos, pero la nueva ley electoral hace incierta la formación de gobierno.

Salvini descartó pactos fuera de su coalición para formar un Ejecutivo: «Nosotros no traicionamos, nunca gobernaremos con otros que no estén en nuestro equipo», sostuvo.

En la plaza del Duomo, y con el aria “Nessun dorma” de fondo, Salvini subió al estrado para desgranar el programa con el que quiere convertirse en jefe de Gobierno. «Los italianos primero», parafraseó al presidente estadounidense, Donald Trump, a la vez que atacaba a los inmigrantes, a Renzi y al Movimiento Cinco Estrellas, según los sondeos el partido más votado en solitario pero por detrás de la coalición de derechas.

La Liga afirmó haber reunido a 50.000 personas, si bien la Policía rebajó la cifra a entre 15.000 y 20.000.

Al igual que otros movimientos de la extrema derecha, prometió ocuparse de los obreros víctimas de deslocalizaciones, pequeños comerciantes y de «las personas mayores obligadas a buscar entre las cajas de cartón tiradas por los supermercados». «Los italianos no tenemos derechos, no tenemos trabajo, no podemos acoger a todos los que vienen del extranjero y cometen delitos. Ya no somos libres de vivir como queremos», se quejaba el militante Diego Bazzano.

Respecto a las manifestaciones antifascistas, Salvini utilizó una referencia a Pier Paolo Pasolini: «Me pregunto si este antifascismo rabioso que se desfoga en las calles con el fascismo acabado no es en el fondo un arma de distracción que la clase dominante usa con estudiantes y trabajadores para canalizar el descontento».

Migración y pobreza

El auge de la extrema derecha en Italia se apoya en el discurso contra los migrantes y la búsqueda de la simpatía de una población que se siente abandonada en la tercera economía de la zona euro, donde millones de italianos y extranjeros viven bajo el umbral de la pobreza.

Sucesos como una agresión sexual atribuida a un senegalés contra una mujer «sin techo» en el barrio Esquilino de Roma son utilizados para aumentar la tensión racista en Italia, a donde cada mes llegan miles de migrantes africanos. Y eso a pesar de que la criminalidad ha bajado en el país en los últimos años.

«Los italianos ya no pueden pasear tranquilos, porque todos los extranjeros que desembarcan se encuentran aquí», afirma Carlomanno Adinolfi, un activista del grupo neonazi CasaPound, en Esquilino. Este movimiento nacido en el barrio hace 15 años, lleva a cabo rondas nocturnas y también se presenta en las legislativas.

«Son peligrosos porque su programa excluye a toda una serie de personas consideradas como ‘diferentes’ y esto crea divisiones que perjudican a todo el mundo», advierte Michele Vacca, otro vecino del barrio.

Todavía lejos del 3% necesario para entrar en el Parlamento, han logardo concejales en varias regiones, debido esencialmente a su trabajo en barrios pobres. «Mediante la ayuda conseguimos hacer amigos», explica Alessandro Calvo junto a un plato de pasta cocinada por CasaPound para habitantes del barrio romano de Monteverde.