No les deis de comer después de...
Tenía diez años cuando la vi por primera vez. Soñaba con tener a Gizmo. Aún lo conservo. Llegó en una caja y me costó descubrir que ese bichito de ojos gigantescos podía mojarse y seguir sin transformarse en un Gremlin. De hecho, confieso que lo probamos entre algunos amigos y amigas del barrio. No me pregunten cómo aterrizó en casa (fue una de las muchas locuras de mi hermana mayor). «Hay unas normas que debes cumplir, si lo mojas se multiplicará. Nunca le des de comer después de medianoche. Si lo haces, se transformará en un ser listo, malvado y peligroso».
Cada cual puede hacer las interpretaciones que desee, pero está claro que cuando nos ponen una valla, deseamos saltar al otro lado y descubrir a qué se debía la prohibición. Eso es más o menos lo que le sucedió al protagonista de “Gremlins” (1984) y se lio parda. Pudo haber sido Tim Burton, pero acabo dirigiéndola Joe Dante. Amblin, la productora de Steven Spielberg (Katleen Kennedy y Frank Marshall fueron los otros dos miembros fundadores), habían financiado “E. T.” (1982) entre otras películas y, ahora, se lanzaban hacia una nueva aventura.
Chris Columbus había escrito un guion gore, que después se endulzaría en la formalización de la película. En el guion original los Gremlins mataban al perro de la familia, decapitaban a la madre y la arrojaban escaleras abajo. No encajaba en la categoría de «película familiar». Nunca olvidaré el verano en el que vi una película de navidad tan poco navideña.

El servicio de ambulancias de Osakidetza, de camino a urgencias

Peixoto, euskararen eskutik abertzaletu zen betiereko militantea

El Patronato del Guggenheim abandona el proyecto de Urdaibai

El PP amenaza con el exterminio político a EH Bildu y sin tener turno de palabra
