EDITORIALA
EDITORIALA

Perspectivas de la lucha por la tierra y por la vida

La agricultura campesina ha sido un campo de batalla interminable para el capitalismo: trata con la vida y por ello se escurre entre los resquicios de los métodos estandarizados de producción capitalista. Gestiona la vida y la diversidad, sustenta al mundo, produce alimentos de calidad, se organiza democráticamente y, lo más importante, es autosuficiente porque es parte de la comunidad a la que sirve.

Por eso han sido tantos, y en general infructuosos, los intentos de dominarla. Quizás el más profundo y completo haya sido el de la llamada revolución verde basado en la estandarización: monocultivos, grandes explotaciones, potente maquinaria y abonos químicos, todo con el fin de aumentar la productividad del suelo. El resultado fue un incremento escaso, plagas y pesticidas; luego llegó la contaminación y finalmente las deudas que arruinaron a los agricultores que optaron por ese camino. Con la globalización los intentos de dominar la agricultura campesina pasaron de la química a la genética. Las multinacionales se apropiaron de las semillas, las modificaron genéticamente para patentarlas y vivir de las rentas. Las consecuencias de sus actividades no han variado: contaminación, pérdida de diversidad genética, deudas y pobreza. Una de las críticas más lúcidas a estos intentos de dominar la agricultura campesina es la de la doctora en Física y activista india Vandana Shiva, que hoy estará en Donostia hablado de mujeres, diversidad y cambio climático.

En este contexto de conflicto destaca su reflexión sobre el hecho de que la agricultura ecológica tiene que revisar sus esquemas, renovarse, y también enfrentarse al sistema. A su juicio, la globalización y las reglas de la economía de mercado no permiten la supervivencia de la producción ecológica. Se necesita comenzar a edificar nuevas relaciones en las que la comunidad y la economía circular sean el fundamento que permita reconstruir la sociedad y las aspiraciones humanas. Todo un reto.