Beñat ZARRABEITIA
MUNDIAL 2018

De Errenteria al KGB pasando por el Torpedo de Moscú

Agustín Gómez Pagola, recordado todavía como un «vasco legendario» porlos hinchas del equipo ruso, fue un incansable luchador antifranquista.

Agustín Gómez Pagola fue uno de los 1.489 niños vascos exiliado en la Unión Soviética en 1937. Nacido el 18 de noviembre de 1922 en Errenteria, hijo de Félix y Margarita, se embarcó en el Havana con 14 años hasta llegar al sanatorio Óbninsk, en el centro de Rusia. Apasionado por el fútbol, pronto formó parte del equipo del centro de internamiento y fue el capitán en un encuentro contra el conjunto de los Pioneros –las juventudes comunistas– de Moscú. Su calidad le llevó a la capital, donde estudió Ingeniería y Economía.

En 1941, fichó por el Krasnaya Roza, un pequeño equipo de Moscú, a la par que se unía al Ejército rojo. Tres años más tarde, su siguiente destino fue el Krylia Sovetov, un histórico conjunto de Samara. Su rendimiento le sirvió para llamar la atención de Torpedo, uno de los míticos conjuntos capitalinos, en el que se convirtió en una auténtica leyenda. La escuadra del sector automovilístico disfrutó de sus mejores años como futbolista, destacando siempre en el lateral izquierdo. Tanto, que llegó a debutar con la Unión Soviética en un encuentro ante la Hungría de los magiares mágicos. Gómez Pagola fue el encargado de marcar a Kubala, en lo que supuso el estreno de un jugador nacionalizado con la camiseta soviética.

Fue elegido el mejor jugador de la Liga en 1952, año en el que fue convocado para disputar los Juegos Olímpicos de Helsinki, aunque no llegó a debutar, y ganó la Copa. Era uno de los iconos del fútbol soviético, disputando 200 partidos con el Torpedo, cuyos aficionados le apodaron «el vasco legendario» y se ganó un gran prestigio social tras proteger a un árbitro de un intento de agresión en un encuentro ante el Dinamo de Tiflis. Con casi 34 años, el 22 de octubre de 1956, pudo retornar al Estado español en el marco de los primeros acuerdos entre Madrid y Moscú, junto a otros 137 niños de la guerra, entre ellos su hermano José. Lo hace desde Crimea hasta Valencia y con la intención de enrolarse en algún equipo de fútbol. Tras ser descartado por el Real Madrid, en noviembre comenzó a entrenar con el Atlético.

A las órdenes del vizcaino Antonio Barrios y con estrellas como Peiró o Collar, Gómez Pagola debutó como colchonero el 8 de diciembre en un encuentro amistoso ante el Fortuna Düsseldorf alemán. El choque se disputó en el estadio Metropolitano, un lugar que había sido de fuertes enfrentamientos tras el golpe de Estado franquista. Los aficionados del Atlético la tomaron con el de Errenteria, calvo y fuera de forma, además de insultarle debido a su vínculo con el comunismo. Así las cosas, pese a que el conjunto madrileño había tramitado ante la FIFA una petición para poder acometer su fichaje, finalmente la contratación no se llevó a cabo. Apenas 10 días después del partido, fue interrogado en la Dirección General de Seguridad (DGS), aunque sus movimientos llevaban controlados desde el primer momento.

Gómez Pagola decide volver a Euskal Herria e instalarse en Tolosa, donde dirigirá al conjunto local y también trabajará con el Real Unión. No fue su única función, ya que fue el encargado de reconstruir el Partido Comunista vasco. De hecho, era uno de los articulistas habituales de la revista clandestina “Arragoa”. En 1961, fue detenido en Donostia, trasladado a Madrid, donde fue brutalmente torturado y finalmente enviado a la prisión de Carabanchel. Su apresamiento provocó importantes protestas en Moscú, por ejemplo, en la fábrica Likhachev.

Tras ser liberado, huyó a Ipar Euskal Herria primero y desde el Estado francés se trasladó a Venezuela, donde vivió con diferentes identidades y trabajó para el KGB.

En 1968, envió una carta a Dolores Ibarruri apoyando la intervención militar de Moscú en Checoslovaquia y contraria al informe emitido por Santiago Carrillo –su particular archienemigo– en contra de la entrada de los tanques soviéticos en Praga. En 22 de mayo de 1969, es excluido de la dirección del PCE a petición del propio Carrillo, quien le acusa de «fraccionalismo». En su libro “La Pasionaria y los 7 enanitos”, Manuel Vázquez Montalbán sitúa la figura de Gómez Pagola como mucho más cercana a Ibarruri. Una vez fuera de la dirección, el guipuzcoano fundó el PCE (VIII y IX. Congreso) junto con Eduardo García Gómez. En su retorno a la Unión Soviética, en 1971, crea la revista “Nuestra Bandera”, claramente opositora a la línea mantenida por Carrillo.

Finalmente, el 16 de noviembre de 1975 –cuatro días antes que Franco y tras sufrir una larga enfermedad– Agustín Gómez Pagola fallece. Enterrado en el cementerio de Donskoy en Moscú, su figura quedará unida para siempre al exilio, el fútbol y la lucha antifranquista. Una vida de película que recogió el realizador Algis Arlauskas Pinedo en el documental “Vivir y morir en Rusia”. Una obra que relata la vida de un brillante lateral izquierdo, un luchador clandestino y un «vasco legendario» para los hinchas del Torpedo.