Amaia Ereñaga
Periodista
IKUSMIRA

El orfidal del Alarde provoca impunidad

Es comprensible: apoyar de manera inequívoca al Alarde igualitario, poniéndose firmes con sus cargos locales y hasta gubernamentales, a ciertos partidos les da vértigo, por no usar otro símil más escatológico. De solo imaginar el tsunami electoral que provocaría, tal como está de caliente la cosa en Hondarribia, por poner el caso más reciente, tiemblan las puertas de las sedes. Puesta a hacer ciencia ficción, veo, zas, a PNV y PSE borrados del mapa –a la izquierda abertzale también le pasó factura en su momento, no nos olvidemos–, y un panorama surrealista con plataformas municipalistas independientes cuyo leit motiv es el mantenimiento de una tradición local... que se remonta a una promesa hecha a la virgen de Guadalupe allá por 1638. Que ella, si existe, igual ni se acuerda. Tampoco quienes hablan de cumplir el Voto de sus antepasados se acuerdan de que lo que valía para el XVII no sirve para el XXI. Ni que llevemos un cuarto de siglo a vueltas sin arreglar esto, como diría el párroco Etxabe. Somos tercos los y las vascas.

Estoy segura de, cuando llegan estas fechas, la imagen del tsunami provoca sueños agitados con txilibitos y tiros en las cabezas políticas de este país. Se toman un orfidal –no todos, por suerte–, y listo. Solo así se entiende el que no se corte de raíz la ocupación de la calle con plásticos negros –pon tú una pancarta y verás– o el que Seguridad tenga que mirar a lo CSI las grabaciones por si «hubo objeto de sanción» (¿?). Y así, actitudes que en otros órdenes no admitirían, campan impunes adormecidas por el orfidal del «mejor eso ni tocarlo».