Pablo Ruiz de Aretxabaleta
Periodista
IKUSMIRA

Impunidad pagada

AArabia Saudí se le ha ido de las manos la lección que quiso dar a la más mínima disidencia con Jamal Kashoggi. Que pocos dudan de la suerte del periodista saudí y de sus responsables queda claro con la desbandada de políticos y empresarios del foro económico que Ryad ha organizado como escaparate de sus grandes proyectos.

Si, como deja entrever Turquía –sin confirmarlo oficialmente– los agentes del príncipe Mohamed Bin Salman torturaron, mataron y trocearon a Khashoggi, la elección del consulado de Estambul como escenario de la carnicería puede entenderse en quien se sabe a salvo de consecuencias.

Si la tiranía saudí aplica la tortura y la decapitación a sus ciudadanos, bombardea mercados, hospitales y bodas en el vecino Yemen, arrastrado a la catástrofe; secuestra al primer ministro libanés o agita la guerra en Siria, y no obtiene sino apoyos, ¿por qué no matar a un disidente más? Aunque esta vez, a sus aliados se les está complicando salvarle la cara, Ryad confía en su papel como administrador del precio del petróleo, enemigo de Irán y cliente militar para que Occidente eche tierra sobre el asunto. Casualmente, cien millones de dólares llegaron a Washington casi a la vez que su secretario de Estado volvía de Ryad.

Al fin y al cabo, es la misma impunidad con la que Marruecos sabe que puede aplastar las protestas en Sahara o el Rif mientras la UE mira para otro lado y planea aumentar su ayuda financiera; o con la que Turquía puede reprimir toda disidencia y perseguir a los kurdos en Siria; o Israel reforzar el estrangulamiento de Palestina y aumentar cada semana la lista de muertos.