Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

El CC, «again»

Platicar del Cambio Climático (CC) se ha convertido ya en una constante mediática y no en algo pasajero al albur de circunstanciales huracanes, terremotos, torrenteras y tsunamis que roza la ciencia-ficción. Se establece una hipótesis basada en simulaciones por ordenador... y todos cagaos.

Como ya habrá adivinado el perspicaz lector, pertenezco a la «secta» de los «escépticos» pintados como frikis por negar el CC y equipararlo a los terrores milenaristas propalados por la Iglesia medieval. Hoy toma el relevo la «comunidad científica», no toda, que dirá poco menos que negar la evidencia del CC es propia de quienes niegan la esfericidad del planeta Tierra. El clima, la meteorología, ha cambiado siempre, pero no a la velocidad con que se nos pretende alarmar: los polos se derriten, los desiertos avanzan, y dentro de cincuenta años todos calvos.

En los primeros años de los setenta del siglo pasado se hablaba de lo contrario, esto es, del enfriamiento global, y no del calentamiento en que hasta las míticas nieves del Kilimanjaro corren el riesgo de desaparecer. Se conviene en decir –se consensúa en revistas apocalípticas que tal vez escondan intereses de lobbies nucleares– que el dióxido de carbono (CO2) es un contaminante cuando este compuesto químico es esencial como fertilizante clorofílico para la vida vegetal. O, como se dice ahora, la biomasa. Este es el ecomantra. Una vaca produce, con sus vientos expelidos, sus pedos de metano, el mismo efecto invernadero que un auto al recorrer 50 kilómetros.

Y no se insinúe –conspiranoicamente– que, detrás de las investigaciones seudocientíficas, que pregonan la pertinaz sequía en África, hay un mensaje subliminal neomalthusiano. O, como mucho, los desastres ecológicos obedecerían a causas «naturales» independientes del modo de producción (capitalista, que todo lo arrasa), sino del hombre –así,en abstracto– y, cómo no, el CO2. Etc.

Y es que el motor de la historia no es ya ,como algunos ilusos creíamos, la lucha de clases, sino el barómetro, el mal tiempo, oiga.