Nerea GOTI
ACOGIDA A MIGRANTES: MODELOS DE FUTURO MÁS ALLÁ DE LA ASISTENCIA

EN RIACE O EN ARTEA, SUMAR Y CONVIVIR ES SIEMPRE GANAR

Entre ruidosos eslóganes que magnifican problemas y excluyen en vez de aportar soluciones, el sur de Italia y Euskal Herria se miran poniendo en común modelos de acogida en beneficio de toda la comunidad. Riace resiste, aquí las semillas dan ya frutos en Artea.

Tiziana Barillà es una periodista italiana que escribe sobre política, migración y derechos humanos. Acaba de visitar Bilbo de la mano de la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak (OEE) y Fiare Elkartea (banca ética) para presentar su último libro y con él la situación de la experiencia de acogida de Riace, una pequeña localidad del sur del país que comenzó a revitalizarse cuando entendió que las personas que llegaban no eran una amenaza sino una riqueza, una apuesta de futuro.

Gente de OEE se maravilló con Riace durante su visita con la Caravana Abriendo Fronteras. Les maravilló la normalidad con la que una comunidad muy diversa convive enriqueciéndose mutuamente. «Vimos riqueza humana, color, vida en las calles, convivencia», comenta Victor Pozas, de Ongi Etorri. Ahora que Tiziana Barillà ha pasado por Euskal Herria, ha podido conocer también qué se está haciendo aquí. La respuesta a la llegada de migrantes es aún muy joven (algo más de dos años) comparada con Riace, que lleva veinte años trabajando en la comunidad, pero hay algunos pasos que van en el camino de no solo asistir sino crear convivencia, integración, futuro... y el proyecto de Artea es uno de los referentes.

La historia de este municipio calabrés ha traspasado fronteras por la criminalización a la que está siendo sometido su alcalde, Domenico Lucano. Condenado recientemente al destierro, aun no se sabe con qué fundamento jurídico. Lo que sí se sabe es que Domenico Lucano, por sus políticas, lleva años en el punto de mira, y que los ataques no han comenzado hoy con el Ejecutivo Salvini, sino que se retrotraen también a tiempos de gobierno de centro izquierda.

El modelo de acogida de Riace es precisamente la temática de “Utopía de la normalidad”, el libro que acaba de publicar Tiziana Barillà y que reúne «varias historias en una». Riace era un municipio con una población muy envejecida y mermada a lo largo de décadas por la emigración, en el que las personas inmigrantes se han ido integrando formando parte de la normalidad del pueblo, dentro de un proceso natural acompañado de las políticas necesarias para sentar las bases de un futuro en común y Dominico Lucano lideró ese proceso.

Cuenta Barillà que la historia de los últimos veinte años de Riace es una doble historia, «la del alcalde y la del lugar». Por ello, el libro recoge la biografía política de Domenico Lucano, «60 años dedicado a la política», y reconstruye, por otro lado, la historia política del sur de Italia, «una historia de resistencias», y la de la izquierda y, en concreto, la política libertaria, que es a la que pertenece Dominico Lucano. «Contar la historia era imprescindible para entender lo que ha sucedido», señala Barillà. Según explica, la experiencia es producto «de una visión política, de un modo de gobernar», algo, por tanto, perfectamente repetible en cualquier otro lugar. El problema es que la política imperante hoy en Italia «no es solo anti-inmigración sino abiertamente xenófoba» y Riace es ahora «un punto de resistencia».

La de Riace es la historia de una «acogida natural», explica la periodista italiana. Era un municipio envejecido y cada vez más despoblado por la emigración desde los años 50. Cuando en 1998 un golpe de viento empujó a sus costas un velero con centenares de migrantes a bordo, vecinos de la localidad fueron a socorrerles. Uno de aquellos primeros refugiados kurdos vio casas derruidas, así que pensó “aquí ha habido una guerra”. Lucano le explicó que aquel paisaje no lo había producido la guerra sino la emigración. Vio al instante que los recién llegados podían dar vida a un pueblo con casas sin gente y gente sin casas.

Así se comenzó a desarrollar un modelo dirigido a que los recién llegados pudieran iniciar allí sus proyectos de vida y a la vez construir oportunidades para revitalizar social y económicamente toda la comunidad. Uno de los primeros pasos fue contactar con las personas propietarias de las viviendas vacías que habían emigrado, contarles que sus antiguas casas se estaban cayendo y preguntarles si estarían dispuestos a cederlas a las personas recién llegadas. Su respuesta afirmativa fue el punto de arranque de un proyecto autogestionado, autónomo, que fue creciendo con la ayuda de pequeños créditos vía banca ética para poder reconstruir las casas, entre otras medidas.

Apoyo y anticuerpos sociales

Con la idea de invertir en un futuro en común para todos los residentes de Riace, Domenico Lucano, entre otros agentes, impulsó un sistema (SPRAR) de ayudas y medidas dirigidas al despegue de todo un pueblo, un sistema que se sustentó, entre otros ejes, en fondos para mejorar la comunidad, enseñar la lengua... y créditos vía banca ética. Se empezaron a reformar casas, emprender negocios, escuelas, tiendas, talleres... hasta llegar a tener moneda propia, una especie de bonos con crédito municipal, que ha permitido a las personas sobrevivir cuando no llegan otras ayudas vía Estado y sinergias que han permitido a personas ancianas del lugar transmitir sus conocimientos y sus artes.

Un detalle, los 35 euros por persona y día que contempla el sistema y que ahora se han detenido, y una reflexión de Barillà: «todos los italianos saben de esos 35 euros pero poquísimos saben cómo se gastan, de esos 35 euros solo 2,70 aproximadamente van a la persona migrante, el resto se destina a la gestión del sistema, servicios, psicólogos, mediadores culturales, escuela... revierte en todo el pueblo, en los negocios de alimentación, ropa, talleres... que ahora tenían a quién vender».

Con veinte años de andadura, Riace es un sistema consolidado pero atacado y herido en los últimos tiempos política y mediáticamente para ser acusado de no funcionar, en un país que vive, tal y como explica Barillà, «en una campaña electoral continua», en la que la inmigración se ha convertido en el tema central y en la que hay «miedo a perder votos abriendo las puertas». Frente a ello, el lema es «Riace no se detiene», en el doble sentido de la palabra detener, dada la situación de su alcalde. «Riace tiene intención de continuar y para hacerlo volverá a sus orígenes, una acogida espontánea, porque tiene los anticuerpos sociales, el apoyo social necesario», resalta Barillà, explicando que se está realizando una recogida de fondos para mantener el modelo. Según plantea, «la pregunta que nos debe preocupar muchísimo ahora es qué hará todo el resto de Europa no qué hará Riace», porque para que Riace no muera hace falta que «las ciudades de Europa se conviertan en Riace».

Un espíritu similar, a pequeña escala

Junto a Rice, quienes defienden la acogida y la integración que superen el asistencialismo siguen dando pasos. En ese contexto nace la experiencia de Artea, un espacio de «tranquilidad» que permite a quien está de paso poder reflexionar sobre hacia dónde van, cuál es su proyecto de futuro y en el que se están creando «sinergias muy positivas», destaca Cristina García de Andoin. De hecho OEE realizará allí un encuentro. Tal y como resalta la activista vizcaina, viendo las políticas anti-inmigración, xenófobas y neofascistas que están anidando en el Estado español y en Europa, es muy importante ir generando tejido social, modelos de acogida alternativos que surjan desde la gente».

En Artea, «hay gente que esta de paso, la mayor parte, y hay algunas familias que están de manera permanente y trabajando. A la gente que se queda, se le ofrece alternativa, la idea es no crear dependencia», explica Pozas sobre un modelo que engarza con el ambiente baserritarra del lugar, el movimiento de soberanía alimentaria que impulsa EHNE, en el que colabora AEK ofreciendo clases de euskara y en el que han surgido pequeños proyectos como una tienda de reparación de ropa, la gestión del restaurante...

«Leyendo el libro de Tiziana me recordaba a cómo comenzó Rice, el espíritu es similar a una escala muy pequeñita», plantea Pozas. También Tiziana vio mucho de Riace en Artea, el pequeño pueblo y la «autenticidad» del «encuentro, no asistencialista», que ella describe como «solidaridad horizontal», un modelo de «yo te doy y tú me aportas».

El mismo curso siguen pequeñas experiencias en Arrigorriaga, Galdames o Bakio, entre otras, con sus peculiaridades, explican Garcia de Andoin y Pozas, que subrayan la importancia de que las personas que lleguen se impliquen y tomen decisiones. Calculan que algo más de 3.500 personas han llegado a Euskal Herria este verano, de las que alrededor de un 5% ha querido quedarse. El tejido social ha dado una respuesta singular que ha empujado a las instituciones a mejorar su asistencia, pero poder desarrollar un proyecto de vida es otra cosa, especialmente teniendo en cuenta la dilación y el resultado de los trámites de resolución de peticiones de asilo. Por ello, la apuesta ha ido surgiendo en pequeños grupos por iniciativa social y en algunos casos con apoyo municipal. Quizá, aunque pequeña en Europa, esta sea parte de la respuesta y el apoyo explícito que precisa Riace.