Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Balada en seis actos

Y ahí estamos, una semana más, ante uno de los debates (o dudas existenciales) que más dividen a la cinefilia. El conflicto, para entendernos, se reduce a dos preguntas: «¿Netflix Sí, o Netflix No?», es decir, «¿Salas de cine Sí, o salas de cine No?». Y ahí estamos, una semana más, descubriendo los nuevos trabajos de grandes autores del séptimo arte... lejos de ese sitio que, hasta no hace mucho, considerábamos como el lugar óptimo para ver películas.

Digo esto porque el confort e intimidad del hogar conforman el único escenario en el que, ahora mismo, podemos disfrutar de “La balada de Buster Scruggs”, la nueva creación de Ethan & Joel Coen. Un largometraje compuesto por seis «cortos»; un revólver cargado con seis balas que apuntan, todas ellas, al mismo blanco. Esto es, el espíritu supuestamente intangible de ese mito fundacional al que llamamos western. En manos de estos hermanos nacidos en Minnesota, el susodicho geist se convierte en una serie de imágenes (y de historias, claro) que parecen materializar no solo el espíritu del «Salvaje Oeste», sino también el propio cine de estos superdotados directores.

“La balada de Buster Scruggs” es una película que, tanto por su carácter episódico como por su naturaleza genérica, difícilmente podría haber aspirado a una distribución (y exhibición) decente en la taquilla tradicional... por mucho gran nombre que encontremos en su póster. Y es que a los ya mencionados cabezas de cartel cabe sumar la presencia de James Franco, Zoe Kazan, Liam Neeson, Tom Waits o Brendan Gleeson. Un reparto espectacular para una de las propuestas más espectaculares de la temporada... y aun así, más condenada al fracaso comercial.

Es ahí cuando debe agradecerse la labor de Netflix, gigante no solo del Video On Demand, sino también de una producción que ya alcanza altísimas cotas de prestigio: no en vano, el film en cuestión conquistó el Premio al Mejor Guion en el último Festival de Venecia... y no era para menos, si se me permite el apunte.

Al fin y al cabo, “La balada de Buster Scruggs” es uno de los trabajos más satisfactorios de unos de los autores más fundamentales del último –gran– cine americano: estaba escrio que en la lejanía del «Far West» se reencontrarían con su mejor versión. Aquí, nos llevan de la comedia absurda más cartoonish, hasta ese drama cuyo poso solo puede surgir de las amarguras existenciales más profundas. Entre un punto y el otro, hay tiempo para visitar ese humor negro marca de la casa, para diseccionar la amistad masculina (en un mundo cier- tamente muy masculino) o para reflexionar sobre el impacto del hombre en una naturaleza a punto de ser desnaturalizada.

Un fresco cautivador, en el que no falla ninguna de sus piezas. Un compendio casi perfecto en su conquista recopiladora; en la configuración de unas rutas que, ya sea a través de la risa, ya sea a través del escalofrío, desembocan siempre en la muerte. Los Coen en su salsa. En un territorio que llama a la pantalla grande... pero que por lo visto, también se engrandece en las dimensiones ya-no-tan reducidas del VOD.