Anjel Ordoñez
Periodista
JO PUNTUA

Tizona y Colada

Parece que Vox ha logrado vender con inexplicable éxito en Andalucía su «plan integral para el conocimiento, difusión y protección de la identidad nacional y de la aportación de España a la civilización y a la historia universal, con especial atención a las gestas y hazañas de nuestros héroes nacionales». La sola lectura produce emesis. Mucho se ha hablado estos días sobre el asunto, por su especial relevancia, pero me fijo hoy en algunas aristas.

Doy por sentado que los caudillos de este movimiento fijarán en el medievo el origen primigenio de la identidad heroica que reivindican, no en vano hablan de «reconquista», aunque, curiosamente, la hayan comenzado en sentido inverso: «Mio Çid Roy Díaz, por Burgos entróve». El falangismo renovado glosa las «gestas y hazañas» del que blandiera Tizona para devolver a África a los pérfidos sarracenos, hijos fétidos del Leviatán, condenados al fuego eterno por no conocer bautismo. El Cid, el mercenario mutilador a golpe de Colada, disfrazado de noble cruzado, recibido con honores en la taifa de Zaragoza tras su victoria sobre el cristiano conde de Barcelona. Rodrigo, campeador sanguinario al servicio del mejor postor, moro o cristiano, elevado a los altares del ultranacionalismo totalitario como referencia troncal de los cantos y alabanzas al generalísimo.

Pues bien. Muy alejada de ese icono de ardor guerrero, la «Reconquista» fue un fenómeno, aunque complejo, mucho más prosaico; el resultado de la decadencia en el antiguo esplendor musulmán, quebrado en reinos de taifas enfrentados entre sí, que no dudaban en contratar a elevado precio a despiadados mesnaderos como Díaz de Vivar para afrontar sus contiendas fratricidas. El devenir de un sistema en crisis, en el que los musulmanes pagaban elevados impuestos al cristiano para evitar asaltos, o le suplicaban usura en desesperada huida hacia delante, que terminó como ya todos sabemos. Otro día hablaremos de los Reyes Católicos, de Cristóbal Colón, del imperio en el que no se ponía el sol y también, este es mi preferido, del Cuartel de la Montaña.