Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Leyes gemelas de la selva

El término «twin films» se refiere a las «películas gemelas»; a esos proyectos amparados por productoras distintas, que llegan al público en fechas tan similares como las características de las historias que nos cuentan. Algunos de los casos recientes más célebres de dicho fenómeno atestiguan las guerras sin cuartel en el seno de un cine de animación irremediablemente dominado por el binomio Disney/Pixar.

En 1998, por ejemplo, se estrenaron “Antz (Hormigaz)” y “Bichos”; entre 2003 y 2004 conocimos “Buscando a Nemo” y “El espantatiburones”. Pero la imagen también real nos habla de ese juego de reflejos. En el mismo año 1998, nuestro planeta fue doblemente amenazado por “Deep Impact” y “Armaggedon”; algo más o menos parecido sucedió con nuestros tímpanos entre 2015 y 2016, con el estreno de “Madame Marguerite” y “Florence Foster Jenkins”.

Propuestas gemelas entre ellas, ecos más o menos flagrantes... testigos de una competencia claramente carente de imaginación. El caso es que a Netflix debe apuntársele el último capítulo en la kilométrica lista de «twin films». Este lleva por título “Mowgli”, por coletilla “La leyenda de la selva”, y es, efectivamente, la enésima adaptación cinematográfica de una de las más legendarias creaciones literarias de Rudyard Kipling. El problema, por así llamarlo, es que esta película (segunda como director de Andy «Gollum» Serkis) tendría que haberse estrenado hace dos años... justo cuando la Disney (siempre la Disney) se lucía, gracias a Jon Favreau, con su revisión a imagen real (es un decir) de “El libro de la selva”.

Y efectivamente, parecía que había demasiadas bestias en una jungla que, ya se sabe, siempre favorece al más fuerte. Solo podía quedar uno, de modo que el rival más débil se retiró... para volver ahora, en 2018. Warner Brothers, auténtica responsable de “Mowgly”, apostó fuerte por una post-producción que tendría que mejorar el aspecto general de la propuesta. A esto parecía que se reducía todo: a un juego de apariencias. Y sí.

“Mowgly: La leyenda de la selva” acabó apadrinado por Netflix, y ahí descubrimos que la parafernalia digital (imprescindible para dar vida al imaginario de Kipling) había involucionado. Dos años después de aquel prodigio técnico, vimos como la jungla fue ocupada por unas criaturas espantosas, en su defectuosa mezcla entre rasgos humanos y animales. Así, a Baloo, Bagheera, Shere Khan y Kaa solo les quedó el consuelo de una voz glamourosa.

Andy Serkis, Christian Bale, Benedict Cumberbatch y Cate Blanchett se sitúan al otro lado de unos efectos especiales insuficientes, teniendo en cuenta su carácter fundamental. Por desgracia, las apariencias no engañan: el horrendo apartado visual es el reflejo de una historia que que se pasa de frenada en la elección del tono (excesivamente oscuro), y que muere en los tiempos muertos previos a cada golpe de efecto. Narración amodorrada en la que sobra tiempo para añorar la mítica partitura de Burns & Sherman... y para dar a la Disney como absoluta vencedora en este enésimo choque de «twin films».