Raimundo Fitero
DE REOJO

Escepticismo

La duda como agente evolucionista. La filosofía de la no creencia, una secta de escépticos sin iglesia ni jerarquía. El escepticismo como coraza ante la maldita muerte de la verdad y hasta de la mentira, que se ha convertido en una verdad en conserva. Así me declaro para poder sobrevivir ante un cóctel de inseguridades, sospechas y convicciones puestas en remojo. Ha dimitido Jorge Aldekoa, jefe de la Ertzaintza. Una sentencia meliflua parece que es el motivo. La infame muerte del joven Cabacas será un estigma de difícil borrado en el cuerpo policial, en la Consejería, en el propio PNV. Atentos a los acontecimientos.

Vuelven los chalecos amarillos a la lucha. Y uno se da cuenta de que Macron es el presidente electo de una república señera, enraizada. ¿Alguien recuerda el nombre del primer ministro francés, el que debe gobernar el día a día? Macron parece un rey desnudo. Su maquillaje se va destruyendo y deja a las claras una cara de tiburón neoliberal sin categoría para atender a la ciudadanía francesa con justeza. Su adicción al poder, los focos y el capital, le ha convertido en un espectro político. La república no garantiza otra cosa que la elección de su presidente. Lo otro, lo importante, el contenido se debe luchar día a día. Siempre.

Más que escepticismo, es necesario caer en una fase creacionista absoluta y alienante para entender lo del Brexit. En un estado de conciencia no estimulado o subordinado por la ingesta de alcaloides diversos, este cura es incapaz de saber en qué punto estamos. Soy capaz de encadenar tres o cuatro frases explicando embarulladamente lo que pasa en el Athletic, pero con el Brexit balbuceo de manera inmediata y confundo hasta el idioma porque May, pronunciado en español, significa en catalán nunca. ¿Otro referéndum? ¿Un nuevo pacto con la UE? ¿Elecciones anticipadas? Nunca mais.