Nerea GOTI
BILBO
manifestación contra la «injusticia» en el «caso Cabacas»

Emplazan a romper la impunidad y garantizar que no vuelva a suceder

La manifestación que ayer recorrió Bilbo convocada por familiares y amigos denunció que hasta ahora no ha habido justicia para Iñigo Cabacas, pero la lucha sigue. Continúan sobre la mesa las demandas de justicia, reparación y garantía de no repetición para que quienes tienen responsabilidades políticas «recojan este guante», señalaron.

La manifestación convocada por la dinámica Justizia Iñigorentzat tras conocerse la sentencia de la Audiencia Provincial de Bizkaia reunió ayer a cerca de 4.000 personas en Bilbo, según el recuento de GARA y NAIZ. La marcha partió a mediodía del Palacio de Justicia. A la cabeza marcharon Manu Cabacas y Fina Liceranzu, padres de Pitu, que portaron la pancarta con el lema “Iñigo InJustizia”.

Junto a ellos estuvieron familiares y amigos, así como la parlamentaria de EH Bildu y letrada de la familia, Jone Goirizelaia. En la movilización participó, asimismo, el también parlamentario de la coalición soberanista, Julen Arzuaga, así como varios cargos electos de EH Bildu en Bizkaia.

Entre los manifestantes, algunos portaron petos blancos con la imagen de Pitu y mostraron pegatinas en las que podía leerse «¿Dónde están los culpables?». Muchos asistieron con banderolas con la fotografía del joven, que mostraron en alto a lo largo de prácticamente todo el recorrido.

Durante la manifestación, que concluyó ante la sede del Gobierno de Lakua, en Gran Vía 85, las peñas del Athletic Herri Norte y Piratak exhibieron también pancartas propias en demanda de justicia para Iñigo Cabacas. A lo largo de todo el recorrido, que en varios puntos contó con una notoria presencia de dotaciones antidisturbios de la Ertzaintza, no cesaron los gritos de «Justizia Iñigorentzat», «Herriak ez du barkatuko» o «Manu, Fina, herria zuekin».

Como colofón a la movilización, los portavoces de la dinámica Justizia Iñigorentzat Koldo Gutiérrez y Eneritz Zabala leyeron en castellano y en euskara, respectivamente, un comunicado en el que reconocieron que tras seis años y medio de espera, la sentencia ha dejado «el sabor amargo de la impunidad». Sin embargo, lejos de poner un punto y final a la lucha por que se haga justicia, reclamaron que se continúe trabajando para conseguir «verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición», e interpelaron directamente a la clase política para que «recoja el guante» y responda a la demanda ciudadana.

Toman como referencia el manifiesto que hicieron público en la antesala del juicio, y que está refrendado por un centenar de personas públicas referentes de diferentes ámbitos de la sociedad bilbaina y de Euskal Herria. En el documento se reclaman verdad, a fin de que «se conozca lo sucedido»; justicia, «para que los responsables hagan frente a sus responsabilidades sin ningún tipo de privilegio»; reparación para la familia; y garantías de no repetición.

«Creemos que hoy toda la sociedad vasca conoce lo sucedido, pero el resto de las peticiones las dejamos encima de la mesa para que las recojan y hagan algo con ellas», expusieron portavoces de la dinámica Justizia Iñigorentzat, instando a quienes tienen «responsabilidades políticas» a «recoger el guante».

Del mismo modo, ni allegados ni la acusación que ejerce la familia abandonan sus reclamaciones. «Por nuestra parte, y la de la acusación, utilizaremos todas las herramientas que estén a nuestro alcance para que esta injusticia no quede así», manifestaron.

«Cobertura política»

Tal y como recordaron los portavoces de la dinámica ciudadana, a falta de justicia, el juicio ha evidenciado al menos que la denuncia en la calle no iba desencaminada. «Los hechos son tozudos y, una vez más, nos han dado la razón», agregaron, aludiendo al relato de hechos que recoge la propia sentencia y que «reconoce punto por punto todo aquello que hemos denunciado».

Pese a todo, apuntaron que «no van a pagar aquellos que dispararon ni quien dio la orden», y tampoco «aquellos que les dieron cobertura política y que han perpetuado una policía que la ciudadanía ha dejado claro que no es su policía», destacaron. Según agregaron, «esa Policía mató aquel 5 de abril a Iñigo, aunque podíamos haber sido cualquiera de nosotros».

Al margen del papel de la Justicia, los allegados del joven basauriarra recordaron que aquel 5 de abril de 2012 «entraron con todo» pero no solo acabaron con la vida de Iñigo Cabacas. «Se rieron de él. Se rieron de todas las personas que estábamos allí, nos golpearon, nos amenazaron, nos humillaron y nos insultaron», señalaron amigos de Pitu, para agregar que «todo esto ha quedado grabado para su desvergüenza eterna».

En el mensaje final, Gutiérrez y Zabala apuntaron que «no contentos con esto, acto seguido decidieron limpiar todas las escopetas» y «mezclaron todas las pelotas», con lo que «destruyeron las pruebas». «Así se dio comienzo al camino de despropósitos que ha sido este proceso judicial plagado de irregularidades y de tratos de favor, que ha hecho imposible la identificación del autor del disparo que mató a Iñigo», indicaron.

«Otro modelo policial»

En este sentido, destacaron que el hecho de que no se haya podido identificar al autor material del disparo «no les exime de su responsabilidad, ni a los policías que han sido juzgados, ni a la Ertzaintza como cuerpo policial, ni ética ni jurídicamente conforme a la jurisprudencia, incluida la del Tribunal Europeo de Derechos Humanos».

La dinámica Justizia Iñigorentzat reclamó, por otra parte, que se abra un debate urgente en torno al modelo policial. Plantea esta cuestión recordando las razones apuntadas por el jefe de la Ertzaintza, Jorge Aldekoa, para explicar su dimisión, al reconocer que la sentencia hace referencia a «errores, malas praxis e inacciones» que interpelan directamente a la Ertzaintza y por ende al Departamento del Gobierno de Lakua.

Recordó Gutiérrez párrafos textuales de la argumentación de Aldekoa, en la que reconoce la evidencia de que «ninguno de los múltiples actores» que pudieran responsabilizarse de lo ocurrido habían «transitado suficientemente el camino del cambio», además de exponer que se repitió «el ritual de enfrentamiento al que estábamos acostumbrados». «Si efectivamente estamos ante todo esto que asume Adekoa públicamente», planteó Gutiérrez, «¿por qué no estamos debatiendo sobre el modelo policial que necesita este país y por qué se les permite seguir ‘repitiendo el ritual de enfrentamiento al que están acostumbrados’, que va dejando regueros de heridos y finalmente un muerto?»

 

Aldekoa «llega tarde» y falta más gente

Preguntado por los medios sobre la dimisión de Jorge Aldekoa antes del arranque de la manifestación, Koldo Gutiérrez, integrante de la dinámica Justizia Iñigorentzat y amigo de Pitu, apuntó que la noticia les llegó «por sorpresa» y destacó la «autocrítica» que el ahora exjefe de la Ertzaintza hace sobre la «mala praxis» y los protocolos de la Policía autonómica. Gutiérrez valoró, no obstante, que no es el único responsable que debiera dimitir» y señaló a su responsable superior, la consejera de Seguridad de Lakua, Estefanía Beltrán de Heredia, y a otros cargos policiales que no han sido imputados, como el que hacía función de Ugarteko. «Hay otros actores que deberían haber dimitido», insistió.

Sobre esta cuestión, en el comunicado que cerró la movilización los convocantes consideraron «un escándalo» que haya tardado más de seis años y medio en marcharse y que no lo hagan también «Ugarteko, Estefanía Beltrán de Heredia y todo aquel que tenga algún cargo de responsabilidad». Recordaron los portavoces de la iniciativa popular que la propia Beltrán de Heredia puso a Aldekoa al frente de la Ertzaintza después de haberse producido la muerte de Iñigo Cabacas, tras la que existe «toda una cadena de responsabilidades». Todas las personas que ocupan esa cadena «deben dimitir», reclamaron familiares y amigos del joven de Basauri. «Poco nos parece una dimisión frente a un escándalo de este tamaño» manifestaron, a la vista de las circunstancias que han rodeado la investigación del caso y el reconocimiento expreso de malas praxis y rituales de «enfrentamiento»N.G.