Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

El fuego que nunca ardió

Retrocedamos un poco en el tiempo. Pongamos que dos año atrás (esto es, a principios de 2017), uno de los empresarios más exitosos de Nueva York publicita la fiesta más épica de la historia. Pongamos que el hombre promete que en poco más de un trimestre, se va a celebrar un festival de música en las Bahamas... para ser más exactos, en una isla que en su día fue propiedad de Pablo Escobar. Pongamos que dicho evento respalda sus pretensiones (a la altura de lo que en su día fue Woodstock) con celebridades del calibre de Kendall Jenner, Ja Rule o Bella Hadid.

Pongamos, por último, que las leyes de la aritmética no siempre se aplican al mundo real, y que la suma de factores no tiene por qué desembocar en aquello que se espera de su alineación. Aquello fue el Fyre Festival: sobre el papel, la madre de todas las juergas; en realidad, uno de los mayores timos de la era millennial. Pues bien, dos años después de aquel escándalo, llegan a nuestras pantallas dos documentales que pretenden arrojar un poco de luz no solo a aquella promesa incumplida, y que además intentan entender el espíritu de unos tiempos definidos, precisamente, por un sinfín de ilusiones convertidas en poco más que ceniza.

El caso es que el ecosistema VOD ha experimentado estos días una zarandeada de proporciones muy similares al de aquel festival que nunca se llegó a celebrar. En Netflix disponemos de “Fyre”, de Chris Smith (uno de los más atentos cronistas, junto a Alex Gibney, de los Estados Unidos modernos); mientras que en Hulu podemos ver “Fyre Fraud”, de Jenner Furst y Julia Willoughby Nason.

Dos documentales de factura técnica y narrativa muy similar (normal, al contagiarse ambos del objeto de estudio), pero de acercamientos y fijaciones distintas. Juntos (ahí está la gracia), configuran un programa doble ideal para tener la imagen completa de una historia que, tras ser enfocada como es debido, trasciende la categoría de anécdota para convertirse, muy justamente, en monstruoso «trending topic». Una anomalía que muta en tendencia demasiado reveladora como para no exprimirse del todo.

A esto se dedica el “Fyre” de Chris Smith, a reunir a parte del equipo detrás de aquella tan atractiva propuesta, para ver en qué punto exacto la promesa se quedó en mentira. En timo, vaya. El director hace un repaso minucioso de la construcción de un edificio (llamémoslo así) de humo. Con ello, capta nuestra atención en una de esas historias que cuesta horrores creer que realmente sucediera.

De rebote, va allanando el terreno para que Jenner Furst y Julia Willoughby Nason nos den la puntilla en “Fyre Fraud”. Esta dupla de cineastas se queda con el premio gordo, es decir, con Billy McFarland, auténtico cerebro de la trama. El retrato de esta mente criminal (repugnantemente legendaria) sitúa a la película al nivel de hitos como “La red social”, “El lobo de Wall Street” o “The King of Kong”. Sendas crónicas del desenfreno a través de una imagen usada como arma de doble filo. Reconocimientos de la figura del villano como espejo perfecto (y aterrador) de nuestra sociedad.