AFP
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TOUR 2019

La industria taiwanesa de bicis recupera terreno

Tras varios años eclipsada por China, marcas como Giant o Merida encabezan el regreso a casa.

En medio del ruido de las máquinas, del silbido de los taladros y de la respiración de los compresores, las bicicletas toman forma en este taller del grupo Giant, a la vanguardia de los esfuerzos de Taiwán por subir al podio mundial de los fabricantes de bicicletas. La isla fue líder de ese mercado hasta los años noventa, antes de que China absorbiera, gracias a su mano de obra barata, la mayor parte de esa producción.

Pero las cosas están cambiando por varias razones, como la creciente demanda de bicicletas eléctricas de los países europeos o, desde hace poco, el impacto de la guerra comercial chino-estadounidense. Muchas de las bicicletas que se están ensamblando en este taller de Taichung, en el centro de Taiwán, tienen un cuadro más grande de lo normal, para acomodar las baterías recargables que facilitarán el pedaleo de sus futuros usuarios.

«Este ha sido uno de los principales motores de nuestra producción en los últimos cinco años», explica Bonnie Tu, directora financiera de Giant, que precisa que las bicicletas de asistencia eléctrica representan una quinta parte del volumen de negocios del grupo. «Puede que este año lleguemos al 30%».

El mercado mundial de bicicletas eléctricas era de 16.340 millones de dólares en 2017, y se espera que alcance los 23.830 millones en 2025, según la empresa Allied Market Research. Las exportaciones taiwanesas de bicicletas eléctricas aumentaron un 50% en 2018, según los datos aduaneros. Y eso que cada bicicleta cuesta un promedio de 1.378 dólares, mucho más que el precio de una bicicleta normal.

Si bien las fábricas chinas siguen ocupando el primer lugar en la producción de bicicletas eléctricas, sus competidoras taiwanesas están ganando terreno. En el primer trimestre de 2019, las exportaciones a Europa aumentaron un 135%, y a los Estados Unidos un 78%.

Hay muchas razones para que las empresas trasladen su producción china a Taiwán. En enero, la Unión Europea adoptó una serie de medidas antidumping contra un gigante al que se acusaba desde hacía tiempo de inundar los mercados con sus bicicletas eléctricas producidas por un sector muy subvencionado y vendidas a menor coste.

Los aranceles impuestos a Beijing por los Estados Unidos en el marco de la guerra comercial también han penalizado a las empresas taiwanesas que producen en China. Por consiguiente, la producción de las fábricas de Taiwán ha aumentado.

«El cambio ya estaba más o menos en marcha antes de la elección de Trump», relativiza Shelley Rigger, especialista de Taiwán en el Davidson College de Carolina del Norte. Incluso antes de la guerra comercial, recuerda que las empresas taiwanesas estaban preocupadas por el aumento de los costes laborales en China y por la desaparición de numerosos incentivos que les habían convencido inicialmente para optar por producir en ese país.

«Ya no reciben el trato preferencial que tenían y ya no realizan los mismos ahorros de costes», explica Rigger. La industria taiwanesa de bicicletas se considera un buen indicador, ya que su desarrollo ha estado vinculado en los últimos decenios al de la economía en general.

Los fabricantes de bicicletas de la isla comenzaron en la parte inferior de la escala con piezas de repuesto y productos de baja calidad. Poco a poco han ganado experiencia para ser marcas más importantes, con empresas mundialmente conocidas como Giant y Merida.

La presidenta de Taiwán, Tsai ing-Wen, pertenece a un partido tradicionalmente escéptico hacia Beijing que aboga por una menor dependencia económica de China. Desde su elección ha instado a las empresas a repatriar su producción, y algunas de ellas lo han hecho.

Unos 40 grupos, entre ellos Giant, se han comprometido a invertir un total de 6.700 millones de dólares en Taiwán y a crear más de 21.000 puestos de trabajo. Pero la cuestión del retorno todavía sigue siendo bastante delicada para muchas empresas que temen las represalias chinas, hasta el punto de que algunas de ellas piden al gobierno de Taiwán que no revele sus nombres.