«Me siento el doctor Jekyll y mister Hyde»

Esté tranquilo. Hemos pixelado su fotografía y no revelaremos dónde ha tenido lugar esta entrevista acogiéndonos al secreto profesional.
Se lo agradezco. Desde que solamente puedo llegar al usuario con receta médica, mi vida se ha vuelto un infierno.
La clandestinidad se le hará dura después de haber sido el rey de las farmacias.
Me siento como el doctor Jekyll y mister Hyde en versión medicamento. He aliviado las dolencias de millones de personas y me lo pagan relegándome al lado oscuro. Me parece una injusticia palmaria ser condenado por mi éxito y porque hay gente que no tiene medida y me toma a todas horas. ¿Tengo yo la culpa de eso? Evidentemente, no.
¿Le parece que sacarle de la circulación es una solución?
Lo dudo mucho. Con una resaca de caballo, como la que se suele sufrir en sanfermines, ¿400 gramos te van a levantar el día? Pues no. ¿Y qué va a hacer la gente? Tomarse dos dosis, de tal manera que superarán ampliamente mis 600 queridos gramos. Va a ser peor el remedio que la enfermedad.
¿A qué atribuye esta persecución?
A la mala baba de mi hermano pequeño. El Ibuprofeno 400 es un envidioso y no ha parado hasta verme prohibido sin receta médica. Ahora él es el amo de las boticas particulares.
¿Cómo lleva su vida en el mercado negro?
Malamente. Estoy rodeado de preparados muy peligrosos. Yo, que era un chico majo de buena familia farmacéutica. Estoy pensando en recurrir a la OMS a ver si me echan un cable y puedo recuperar mi vida como santo remedio.

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