Ion SALGADO
GASTEIZ
INFORME DE NACIONES UNIDAS

Más de 820 millones de personas pasan hambre en el mundo

Un informe publicado por la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Unicef, el Programa Mundial de Alimentos y la OMS alerta de que en el mundo hay 821,6 millones de personas hambrientas, y más de 2.000 millones con inseguridad alimentaria moderada o grave. Además, hay 20,5 millones de bebés con bajo peso al nacer.

El hambre ha aumentado por tercer año consecutivo. Según el informe “El estado de seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo. Protegerse frente a la desaceleración y el debilitamiento de la economía”, publicado por la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Unicef, el Programa Mundial de Alimentos y la OMS –todas ellas agencias de la ONU–, hay 821,6 millones de personas hambrientas en el planeta, 513,9 millones en Asia, 256,1 en África y 32,5 en América Latina y Caribe. Además, el número de personas con inseguridad alimentaria moderada y grave supera los 2.000 millones.

«La falta de acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes que estas personas padecen las pone en un mayor riesgo de malnutrición y mala salud», apuntan los responsables de las citadas agencias en el prólogo del documento, en el que se advierte de que, «aunque se halle concentrada en países de ingresos bajos y medianos, la inseguridad alimentaria moderada o grave también afecta al 8% de la población en América septentrional y Europa». «En estos continentes, la tasa de prevalencia es ligeramente mayor entre las mujeres que entre los hombres», matizan antes de aportar datos referidos a la infancia.

En este sentido, alertan de que 20,5 millones de niños y niñas nacieron con bajo peso en el año 2015. Además, 148,9 millones de niños y niñas menores de 5 años presentaban retraso en el crecimiento, y 49,5 millones padecían emaciación, bajo peso para su estatura. Según los datos de 2018, más de dos terceras partes de los menores de cinco años con emaciación vivían en África.

Estos números ponen de manifiesto que será muy difícil cumplir el segundo punto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el que se apuesta por «terminar con todas las formas de hambre y desnutrición para 2030 y velar por el acceso de todas las personas, en especial los niños, a una alimentación suficiente y nutritiva durante todo el año». «Si las tendencias actuales continúan, no cumpliremos ni la meta del ODS de 2030 de reducir a la mitad el número de niños con retraso del crecimiento ni la meta de la Asamblea Mundial de la Salud para 2025 de reducir la prevalencia del bajo peso al nacer en un 30%», destacan los autores del texto, que insisten en que las medidas para corregir «estas tendencias preocupantes tendrán que ser más enérgicas, no solo en su escala, sino también en términos de colaboración multisectorial».

Acciones en dos frentes

Señalan que el informe recoge medidas dirigidas a dos frentes: «El primero, salvaguardar la seguridad alimentaria y la nutrición por medio de políticas económicas y sociales que ayuden a contrarrestar los efectos de las desaceleraciones y los debilitamientos de la economía, tales como garantizar fondos para redes de seguridad social y garantizar el acceso universal a la salud y la educación; y, el segundo, hacer frente a las desigualdades existentes en todos los niveles por medio de políticas multisectoriales que permitan lograr formas sostenibles de escapar de la inseguridad alimentaria y la malnutrición».

«La acción en estos dos frentes requiere respuestas de políticas a corto y a largo plazo que dependerán de la capacidad institucional y de la disponibilidad de mecanismos y fondos para contingencias destinados a apoyarlas. Esta última requiere, a su vez, reforzar la capacidad de ahorro de la economía cuando está creciendo, a fin de que las políticas anticíclicas resulten viables cuando sea necesario», explican, y recuerdan que «al mismo tiempo que buscamos soluciones, debemos tener presente el frágil estado de la economía mundial. Desde que se produjo el fuerte debilitamiento económico mundial de 2008-2009, la recuperación ha tenido un ritmo desigual en muchos países y las perspectivas económicas mundiales se están oscureciendo de nuevo».

A este respecto, remarcan que «este año el informe observa que el hambre ha estado creciendo en muchos países en los que el crecimiento económico está disminuyendo». Y añaden que «resulta sorprendente que la mayoría de estos países no sea de ingresos bajos, sino medianos, y que sean países dependientes en gran medida del comercio internacional de productos básicos primarios, antes de remarcar que «las perturbaciones económicas también están prolongando e intensificando la gravedad de la inseguridad alimentaria aguda en contextos sujetos a crisis alimentarias. Si no se toman medidas, estas tendencias pueden tener repercusiones inoportunas en lo que se refiere a la malnutrición en todas sus formas»,.

«Debemos reconocer la importancia de proteger la seguridad alimentaria y la nutrición en tiempos de dificultad económica. Debemos invertir sensatamente durante los períodos de auge económico a fin de reducir la vulnerabilidad económica y crear capacidad para resistir y recuperarnos rápidamente cuando surgen trastornos económicos. Debemos impulsar una transformación estructural a favor de los pobres e inclusiva que se centre en las personas y sitúe a las comunidades en el centro, con el fin de reducir las vulnerabilidades económicas, y que nos sitúe en el camino para acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición, al mismo tiempo que 'no se deja a nadie atrás'», manifiestan.

Obesidad, otro gran problema

En el informe también se recogen datos sobre otro gran problema asociado a la alimentación: la obesidad. En el mundo hay 40 millones de niños y niñas menores de 5 años con sobrepeso, 338 millones de menores en edad escolar con sobrepeso y 672 millones de adultos obesos. «Las tendencias del sobrepeso y la obesidad nos dan motivos adicionales de preocupación, pues siguen al alza en todas las regiones, especialmente entre los niños en edad escolar y los adultos. Los datos más recientes ponen de manifiesto que la obesidad contribuye a cuatro millones de muertes en todo el mundo y está aumentando el riesgo de morbilidad en todos los grupos de edad».

En el informe se detalla que, «en los adultos, las personas obesas tienen mayores tasas de mortalidad debido a un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes. Los niños con sobrepeso están expuestos a un riesgo mayor de desarrollar diabetes de tipo 2, hipertensión, asma, otros problemas respiratorios, trastornos del sueño y enfermedades hepáticas». «También pueden sufrir las consecuencias sicológicas de la baja autoestima, la depresión y el aislamiento social», aseguran los autores, que hacen hincapié en que «el sobrepeso y la obesidad durante la infancia a menudo persisten hasta la edad adulta, lo que da lugar a problemas de salud a lo largo de toda la vida», y ponen de manifiesto que «los costos económicos nacionales, derivados del aumento de los costos de la atención sanitaria y la pérdida de productividad económica, son enormes».

Subrayan que los sistemas de atención sanitaria deben proporcionar apoyo, educación y asesoramiento adecuados a las familias con miras a promover la lactancia materna y prevenir el sobrepeso y la obesidad; y aseveran que los programas de protección social pueden apoyar el acceso a alimentos nutritivos, «en especial para las poblaciones desfavorecidas».

 

Crisis climática, económica y conflictos, entre las causas

En el informe los responsables de la FAO, del FIDA, de Unicef, del PMA y de la OMS citan algunas de las causas que han dado pie al incremento del hambre en el mundo, que afecta a más de 820 millones de personas.

Señalan, por ejemplo, que la economía mundial en su conjunto no está creciendo tanto como se esperaba, y apuntan que algunos países no han experimentado un crecimiento económico sostenido.

Además, aseveran que los conflictos y la inestabilidad han aumentado estos años «y se han hecho más inextricables, desencadenando un mayor desplazamiento de población».

También consideran que el cambio climático y la creciente variabilidad del clima y sus fenómenos extremos están afectando a la productividad agrícola, a la producción de alimentos y a los recursos naturales, «con repercusiones en los sistemas alimentarios y los medios de vida rurales, entre las que cabe citar una disminución del número de agricultores».

«Todo ello ha conducido cambios importantes en la forma de producir, distribuir y consumir los alimentos en todo el mundo, y a nuevos desafíos para la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud», manifiestan.I.S.