Jon ORMAZABAL
Final del Cuatro y Medio

Ezkurdia se siente indestructible

No quiere decir, ni mucho menos, que lo sea, pero Joseba Ezkurdia ha alcanzado un estado físico y mental, de ambos tuvo su triunfo de ayer, que le hacen sentirse indestructible. El de Arbizu ha aprendido a ganar, su tercera txapela en tres finales, se siente libre de cuerpo y alma y atenazó a un Altuna que se llevó un enorme disgusto, de fondo y forma.

EZKURDIA 22

ALTUNA III 16

 

Frente a otros manistas cuyo excepcional talento les ha llevado a tener una eclosión prematura, por mucho que saltara a los estelares prácticamente desde aficionados, el de Joseba Ezkurdia ha sido un proceso de maduración «a fuego lento» que, una vez asentado, ahora mismo muestra una firmeza de cuya falta adolecen otros pelotaris de los que muchas veces se nos olvida que son prácticamente unos adolescentes. Sin demasiado «mercado», el ya mucho más que voleísta de Arbizu se ha tenido que ir forjando golpe a golpe para dar lo mejor de sí en citas como las de ayer en el Arena, a la que se presentó con una soltura que en ningún momento llegó alcanzar un Altuna que, al contrario del año pasado, ayer sí llegó en plenitud física.

Sin embargo, al amezketarra, que es un pelotari de esos que normalmente goza cada pelotazo, la pelota no terminó de entrarle en ningún momento en la mano, sobre todo en su derecha, se le vio especialmente receloso del frontón y de su famosa pared izquierda y, sin ese poso, se despidió con el amargo sabor no ya de la derrota, sino con el sentimiento más hiriente de no haber dado lo suyo en el día clave.

Y eso que que tuvo el arranque que cualquiera desea en un día como el de ayer. La chapa lanzada por Iker Vicente le dio el primer saque y eso le valió para sumar su primera renta, exigua (0-3), pero renta para templar gaitas. No obstante, Ezkurdia respondió enseguida con dos errores de su rival que, por inhabituales, no presagiaban nada bueno para su rival.

Buena pero no redonda

Con todo, el ritmo y el trabajo hicieron de una final buena, pero no redonda, un ejercicio de desgaste, físico y mental, en el que se impuso el más fuerte en ambos apartados.

A pesar de todo, Altuna consiguió aguantar el marcador hasta más allá de su ecuador, llegando incluso por delante al primer descanso largo (11-12) tras haber cruzado 178 pelotazos a un ritmo vertiginoso que pareció acusar más el amezketarra, que sólo llegó a hacerse con cuatro de los 12 tantos más peloteados.

En los momentos más delicados, que los tuvo, como ese 0-3 inicial, la falta cometida en el 6-4, un 7-10 en la segunda tacada azul, o cuando Altuna se le acercó a un solo tanto tras encajar dos saques consecutivos sin demasiada historia (16-15) después de haber abierto el primer hueco significativo, Ezkurdia, sabiéndose más entero, supo refugiarse en su defensa, en obligar al guipuzcoano a dar un pelotazo más, minando su moral cual gota china, uno de los más angustiosos métodos de tortura sicológica que se conocen.

Así se le escaparon los dos polémicos tantos que el marcador del Arena se ocupó de no mostrar al público, a pesar de que los jueces acertaron en ambas ocasiones, minando aún más la fe de un Altuna receloso de sí.

El amezketarra ya anunció en la elección que su magia no servía de nada si no era capaz de darle él también velocidad a la pelota, algo que ni Ezkurdia le dejó, ni él pudo realizar, para terminar dándose la más dolorosa de las razones.

En ese contexto, Ezkurdia fue creciendo para terminar dando un puñetazo en la mesa y seguir creciendo, sin ninguna prisa y menos pausa.

 

Es el tercer pelotari que consigue defender la txapela en la jaula

Defender un título, en cualquiera de las tres modalidades, se ha convertido en los últimos años en el mayor de los retos a los que se enfrenta un manista profesional, hito que Joseba Ezkurdia consiguió ayer en el Nafarroa Arena, tras volver a deshacerse del postrero y más complicado escollo, el de Jokin Altuna, campeón en 2017. Aimar Olaizola, que se caló tres lanas consecutivas entre 2011 y 2014, fue el último en conseguirlo dentro del acotado, algo que sólo otro pelotari, otro mito de la mano, había logrado antes, Julián Retegi – entre el 89 y el 91–, justo cuando, gracias al empeño de ETB, se recuperó una especialidad que ha terminado calando fuertemente entre los aficionados.

Asimismo, este título sirve al voleísta de Arbizu para escalar al cuarto escalón del palmarés de la jaula, alcanzando al riojano Barberito I, el único que hasta la fecha ostentaba dos txapelas de la distancia.

Por encima le quedan todavía las tres lanas de Jorge Nagore, Martínez de Irujo y Patxi Eugi, las cuatro de Julián Retegi y las siete de Aimar Olaizola, sin duda, el mejor especialista de la modalidad, cuya hegemonía, por el momento, no parece correr excesivo peligro.

De paso, Nafarroa refrendó, en casa, su superioridad en una disciplina en la que sus pelotaris están a años luz del resto. Por herrialdes, sumaron su vigesimosexta txapela, mientras que Gipuzkoa, con tres, las mismas que La Rioja, quedan muy lejos. Bizkaia suma dos y Araba y Lapurdi se quedan con una..J.O.