Nerea GOTI
BILBO
Entrevue
MERITXELL RELAñO
RESPONSABLE DE PROGRAMAS DE EMERGENCIA DE UNICEF

«Hay más conflictos y menos respeto por el derecho internacional»

Al frente de programas de emergencia de Unicef, Meritxell Relaño ha trabajado en Yemen, pero también en Colombia, Gambia, Mozambique... Recientemente visitó Bilbo para hablar del reto de Unicef, conseguir fondos para atender a niños y niñas en situaciones de emergencia cada vez más complejas por conflictos que no cesan, fenómenos atmosféricos cada vez más extremos o ambos.

Comenta Meritxell Relaño que le gustaría que los niños y niñas de esta parte del mundo pudieran conocer in situ cómo viven otros niños en otros puntos del planeta para tener otra perspectiva cuando se quejan de que no quieren comer o no quieren estudiar. Responde así a la pregunta de cómo ve a la infancia aquí, tras haber trabajado en situaciones de emergencia humanitaria. Cuenta en esta entrevista a GARA que guarda en su mochila personal una enseñanza de lo visto y vivido: «la violencia debe ser el último recurso, es muy difícil pararla»; pero también conserva el impulso para seguir y la ambición de llegar a más niños y niñas en un mundo más complejo. La «clave» es conseguir fondos.

Después de una intensa trayectoria de trabajo en países en conflicto, ¿qué ve Meritxell Relaño cuando mira al mundo?

Veo un momento bastante complicado, veo que hay cada vez más conflictos, conflictos que se alargan cada vez más y que cada vez hay menos respeto por el derecho internacional humanitario, que se están violando normas que han sido acordadas hace muchos años entre muchos países y que ya no se respetan, que han cambiado las formas más tradicionales de emergencia, que ahora tenemos graves problemas de acceso porque hay territorios en los que no podemos entrar, porque queremos llegar a cada vez más niños pero es difícil llegar a los que están más aislados, sobre todo a los que están sitiados por conflictos, o por inundaciones o por lo que sea. Querer llegar a todos se complica y cuesta cada vez más. El panorama no es optimista.

¿Qué retos fijaría para articular una respuesta mínima?

El reto básico es conseguir los fondos para esta ayuda mínima que estamos intentando promover para 59 millones de niños. Si conseguimos solo la mitad de lo que necesitamos va haber una gran cantidad de niños que se van a quedar sin lo básico, sin vacunación, sin mantenimiento de nutrición, sin tratamiento sicosocial, tan necesario, sin prótesis para quienes han quedado mutilados por la guerra… El elemento clave son los fondos, hay recursos en el mundo de sobra para poder hacer frente a estas necesidades pero no se están repartiendo de manera que se dé una oportunidad a estos niños.

¿Qué huella deja en lo emocional trabajar con quien lo ha perdido todo y especialmente con un colectivo ta vulnerable como la infancia? 

Tienes una mirada de la vida más optimista, porque en el fondo tú ves historias de superación día a día, ves niños que lo han perdido todo pero que siguen sonriendo, ves historias dramáticas que aquí nos llevarían al drama total pero la gente sale, ves resistencia... De ahí aprendes a relativizar y ver que aquí tenemos mucha suerte, que tenemos que valorarla y que tenemos que buscar siempre el lado positivo.

¿Cómo se conserva la esperanza, cómo se lucha contra la impotencia?

Mirando a los niños, siempre, no hay otra manera. Hemos tenido días de trabajo muy muy difíciles en los que las cosas no salían. En Yemen estuvimos casi nueve meses negociando que entrara la vacuna del cólera, lo conseguimos, pero tardamos nueve meses. Fueron nueve meses de impotencia, pero cada vez que íbamos a los centros de salud, cada vez que visitaba las escuelas, hablaba con los niños, mis colegas de trabajo yemeníes... me daban la fuerza necesaria. Cuando ves la esperanza en los ojos de los niños, te mueves, sigues, no te puedes parar.

Después de haber vivido tan de cerca un conflicto tan devastador como el de Yemen, ¿como describiría la situación allí? ¿Es el primer punto de emergencia a nivel global?

La situación de Yemen parece que tiene algunas posibilidades, parece que las negociaciones políticas van a dar algún fruto, hay signos de movimiento, de negociaciones, parece que hay un cierto optimismo. En Siria también se sigue negociando para dar una salida negociada al conflicto, siempre hay posibilidades de negociación política. No se va a ganar la guerra matando más gente, la negociación política es el objetivo que tienen que tener estos países y lo que apelamos a las potencias que están relacionadas con este conflicto.

Su trabajo va desde la observación de la situación sobre el terreno, visitas a hospitales, escuelas…  hasta las reuniones en despachos con autoridades, ¿qué es lo que más le impacta de una y otra parte de su trabajo, de las historias que ve y de las respuestas que encuentra en los despachos?

Es un trabajo muy diferente el día que tienes que discutir con las autoridades locales el acceso a una zona determinada o, como te decía, el acceso a la vacuna del cólera o el programa de educación en un país. Requiere una serie de habilidades diplomáticas, de conocimiento de los sistemas de salud, de educación, de la cultura en la que estás insertada en ese momento. Todo eso es muy diferente de lo que es el día a día de la gestión de un proyecto de educación o de salud. Las competencias profesionales de alguien que se dedica a dirigir una de estas oficinas u operaciones son bastante complejas y no siempre hay gente que reúna todas esas capacidades. Es muy difícil conseguir gente que tenga toda esa experiencia y esas capacidades.