Raimundo Fitero
DE REOJO

Arrebatador

Cuentan sus allegados que Joaquín Sabina, cuando despertó en la UCI tras la operación que le hicieron para reducir un hematoma craneal que se produjo en la caída desde el escenario en una actuación junto a Serrat en Madrid, lo primero que dijo fue «quiero fumar». Dos palabras que definen una vocación, una actitud ante la vida, un destino labrado en la obsesión y la adicción. Sabina y Serrat son un ejemplo de la voluntad de trascendencia, de esa energía que se acumula en algún rincón de la biografía traspapelada y que les hace escribir bellos poemas, musicarlos de manera que sean aceptados popularmente y mantenerse en escena tras haber pasado situaciones médicas comprometidas. Son dos seres adorables  y arrebatadores.

Como arrebatador es el divismo del pistolero de Amurrio y sus asesores que después de ser entrevistado en TVE, emiten opiniones y quejas por la mala iluminación, los planos bajos y el maquillaje pálido maquillaje. Reclaman con buen criterio el fascismo telegénico, hacia la dictadura de la imbecilidad a partir de pruritos estéticos primitivos, como si las ideas solamente se pudieran transmitir con una buen iluminación y el color del sillón influyera en su recepción por las masas votantes.

Arrebatador de verdad es cuando alguien declara que ayuda más a paliar la emergencia climática el voto, que la dieta. Parece una obviedad, pero algunos se creen que, no comiendo carne, intentando alimentarse con productos biológicos se puede conseguir que se pare el deterioro suicida que se está produciendo, pese a votar a opciones políticas negacionistas o directamente de extrema neutralidad incompetente, los que no hacen nada más que verlas venir. Así que lo adecuado es iluminarse bien, comer de manera consecuente y votar de manera activa. O repetir en la UCI: «quiero fumar».