Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Como un huevo de serpiente

18 de Julio. Hoy es un día en el que recuerdo muy especialmente a mi madre y también a mi padre. Mi madre fue una niña de la guerra que miraba al cielo cuando cayeron las bombas fascistas que destruyeron Otxandio, el 22 de julio de 1936. Mi padre un adolescente que terminó luchando en el frente de Teruel. Dos vidas que aquel 18 de julio del 36 se hicieron mayores y más tarde entraron a formar parte del silencio y el anonimato de quienes perdieron la guerra. Lo cuento con el orgullo que da el respeto por un pasado que, de alguna manera, me ha ayudado a ser la mitad de lo que me hubiera gustado ser, a entender y pensar que al pensamiento fascista hay que combatirlo siempre, esté donde esté y se esconda donde se esconda, ya sea en la desesperanza de los espacios de lucha que un día abandonó la izquierda; en el miedo y el individualismo, fruto de la ignorancia de ideas y valores que siembra el neoliberalismo e incluso, ¿por qué no?, en la pasividad de una democracia que normaliza la presencia de sus discursos. Los votos de Vox no van a decidir el futuro vasco, es cierto, pero como contó Bergman en uno de sus films, en momentos difíciles, cuando arrecia la incertidumbre económica, el fascismo es un «huevo de serpiente» al que no hay que dejar crecer. 18 de julio del 36, el día en que la vida de mis padres comenzó a escribirse con la mano izquierda.