Las últimas elecciones han dejado unas cifras de abstención récord. Según un sondeo realizado por el gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno de Lakua, el principal motivo ha sido el desengaño de la gente con la política, por delante incluso del miedo al coronavirus u otro tipo de razones. Un resultado que apunta a una cierta crisis en el modelo de representación propio de las democracias liberales y que debería invitar a la reflexión sobre lo que está fallando.

No es el único indicativo de desgaste del sistema político. Las conclusiones de un trabajo realizado por el grupo de investigación de la UPV Parte Hartuz sobre los jóvenes y la política viene a corroborar este extremo: los partidos políticos, los sindicatos o las elecciones no son unos instrumentos que sirvan para acercar a la juventud actual a la política. Entre los jóvenes existe, en general, desconfianza hacia esas instituciones de intermediación política. Sin embargo, esa desconexión hacia la política institucionalizada no quiere decir que a la juventud no le interese transformar la realidad en la que vive, sino que lo hace de otra manera y en otros ámbitos. Su actividad está más ligada a la micropolítica, a prácticas de autogestión y de cooperación, a proyectos de transición ecológica. Según han constatado los autores del estudio, la juventud vasca participa en política, buscando otras formas de organización social de una manera que califican de experimental.

En estos tiempos en los que la globalización ha alejado los centros de decisión de las instituciones y de la sociedad, dejando en gran medida obsoletos los modelos y los instrumentos de participación política, la juventud vasca, en un proceso bastante intuitivo, experimenta nuevas formas de acción política. Es una gran noticia que la política ensanche sus límites en estos tiempos de crisis sistémica gracias a los ensayos que realiza la juventud. Bueno sería también que la política institucionalizada reflexionara más sobre los cambios que se están produciendo.