Mikel ZUBIMENDI
CENTENARIO DEL DÍA DA PATRIA GALEGA

GALIZA, ASPIRACIÓN DE LIBERTAD Y DE GOBERNARSE POR COMPLETO

Galiza celebra hoy el centenario de su Día Nacional en una situación inédita causada por la pandemia. Cien años de una cita muy sentida por el pueblo galego, que amalgama y pone criterio, que da relieve a su enorme potencial. Una jornada más necesaria que nunca.

El Día Nacional de Galiza, popularmente conocido también como Día da Patria Galega, o simplemente Día da Patria, cumple hoy sus cien años. Una jornada de fiesta y reivindicación que viene marcada por la pandemia, por las medidas de seguridad para evitar nuevos contagios, por la mascarillas y el distanciamiento social, la reducción de eventos y limitaciones en el número de participantes.

Una jornada que descentralizará la tradicional y multitudinaria manifestación anual de Compostela, y se desarrollará con actos en ciudades como A Coruña, Ferrol, Pontevedra, Vigo, Lugo y Ourense, en diferentes comarcas, entre las que queda excluida, por razones de seguridad sanitaria, la de A Mariña. Un Día da Patria Galega que condensa memoria, lleno de ofrendas florales a Rosalía de Castro, a Castelao, a los fusilados republicanos galegos, de recuerdo y solidaridad con los presos políticos, con diferentes convocatorias y convocantes.

Cita necesaria, fecha polémica

Inspirados y animados en parte por los catalanes que venían celebrando su día nacional del Onze de Setembre desde las décadas finales del siglo XIX, los miembros de las Irmandades de la Fala –las Hermandades del Habla, activas entre 1916 y 1931, que representaron la definitiva superación del regionalismo, adoptando el nacionalismo como única vía para el desarrollo de la identidad de Galiza, asumiendo culturalmente por primera vez el monolingüismo galego– tomaron la decisión de celebrar un día de fiesta y reivindicación nacional. La apuesta del nacionalismo por convertirse en un movimiento de masas influyó en esta decisión.

La elección de la fecha no estuvo exenta de una polémica que se alargó en el tiempo. El carácter confesional de la fecha, asociada al apóstol Santiago, levantó ampollas entre los nacionalistas más laicos que apostaban por otras, como la del 26 de abril, fecha de la muerte en Carral de los dirigentes de la revolución galega de 1846 o la del 17 de diciembre, en recuerdo a la ejecución en Mondoñedo de Pardo de Cela por parte de los Reyes Católicos.

Así explicó hace cien años el periódico “A Nosa Terra”, clave en la expansión del ideal galegista, la decisión de las Irmandades: «Ese santo día representará el principio del fin tan deseado por los verdaderos galegos. En él comenzará una nueva vida en la que la cruzada de los pueblos trabajadores para conquistar la libertad de trabajar y la soberanía nacional ya no se verá obstaculizada por las vampiras oligarquías centralistas».

Soberanía, democracia con sustancia

Cien años, se escribe pronto. Un siglo defendiendo los derechos de Galiza como nación, en el que los nacionalistas han estado yendo, cuando han podido, a Compostela. Primero, la represión de Primo de Rivera y luego la de Franco tuvieron como objetivo prohibir cualquier expresión pública de reivindicación patriótica que no fuera española. A pesar de la represión, no faltaron el ingenio y el coraje para las celebraciones clandestinas. Incluso en los años de la llamada Transición, fue necesario persistir durante varios años para ganar el derecho de ir a la histórica ciudad de Compostela y entrar en la Plaza de la Quintana.

La centenaria jornada de hoy es emocionalmente muy sentida por todas las personas que aspiran a que Galiza sea reconocida como una nación en el mundo y pueda gobernarse por completo, que comparten la voluntad de ser y seguir siendo galegos, mejorando las condiciones de vida colectiva para las nuevas generaciones. Aunque se celebre en una situación inédita y excepcional, con una pluralidad de visiones políticas, las gentes del nacionalismo galego quieren que prime sentido de unidad de las fuerzas que defienden la libertad, celebran ese espíritu y lo premian. Los espectaculares resultados del BNG dan buena muestra de ello.

En el Día de la Patria Galega volverá a estar presente la reivindicación de tener capacidad para decidir políticas propias, con soberanía, para que la democracia tenga sustancia. Galiza necesita cambiar radicalmente el marco. Necesita cambiarlo para detener la hemorragia migratoria, que expulsa a los jóvenes capacitados y convierte al país en uno de los más envejecido del mundo, con tres cuartas partes del territorio severamente despoblado. Necesita cambiarlo para que su lengua deje de desvanecerse, para llevar a cabo políticas sociales verdaderamente ambiciosas y avanzadas. Para todo ello, para romper con el centralismo y la servidumbre del neoliberalismo, necesita herramientas soberanas.

Cien años después, en este Día da Patria, hay muchas razones, más que nuca, por las cuales Galiza necesita un proyecto nacional. En este largo recorrido, no han faltado los momentos en los que la identidad galega ha estado negada, ocultada y prohibida, pero como canta la artista María Xosé Silvar «Mais aínda seguimos aquí/ a aturar tempestades de sal,/ resistindo a violencia de mans/ desas serpes e cans que nos queren calar». Durante este siglo, la marcha ha sido, y será, larga; pero Galiza ya está en marcha.