Los incendios propagados la pasada semana en California por el intenso calor y numerosas tormentas eléctricas han devastado centenares de miles de hectáreas siendo ya la catástrofe de este tipo más grave registrada en la historia del país. Debido a la falta de efectivos, la Guardia Nacional y el Ejército de Estados Unidos desplegaron ayer varios de sus efectivos hacia el norte de California, para hacer frente a las llamas.

Hasta el momento, son unas 530.000 hectáreas las afectadas. El año pasado en estas fechas fueron 105.000. Las llamas han arrasado cientos de hogares y provocado la evacuación de decenas de miles de residentes.

A pesar de los más de 14.000 bomberos que se encuentran en primera línea de los incendios, la falta de personal ha hecho mella en las labores de extinción, obligando a tomar decisiones como qué áreas dejar arder y cuáles salvar.

Aunque el Servicio Meteorológico Nacional prevé que la situación empeore los próximos días, con tormentas eléctricas y fuertes vientos que provocarán que el fuego se propague con mayor rapidez, los peores pronósticos no se cumplieron y dieron un respiro a los bomberos en las primeras horas de ayer.

El gobernador de California, Gavin Newsom, anunció el sábado que la Casa Blanca había aprobado la petición estatal de una declaración presidencial de desastre mayor para reforzar la respuesta de las autoridades locales a los incendios forestales.

En plena crisis

Los incendios se deben en parte a las altas temperaturas registradas. Por ejemplo, el pasado domingo, el mercurio en el Valle de la Muerte alcanzó los 54 grados centígrados, posiblemente la lectura más alta en la Tierra en casi 90 años de confirmarse la medición.

Los incendios, que están liberando una enorme cantidad de humo, se registran mientras el estado lidia con un aumento en los casos de coronavirus, lo que genera temores sobre la seguridad de los bomberos y de quienes evacuan sus hogares.