Raimundo Fitero
DE REOJO

En cascada

Acostumbrados a la mirada lineal, caer en cascada por la vertiginosa sucesión de noticias, sentencias, acuerdos, desacuerdos y resultados deportivos produce una sensación de descontrol que puede llevar a la botella medio vacía de patxaran, sidra, vino, o en último extremo de delirio al txakoli como alternativa al estado de incomprensión, depresión y abstención de la posibilidad de reflexión. Nada es más nocivo que la imposibilidad de asimilar lo que se presenta como sucesos que provienen de la lógica de una sociedad regida por unas leyes, y unos estamentos que las deben defender y aplicar, y que son anormalidades profundas.

Las casualidades parecen caer también en esta cascada, por eso a los treinta y tres encausados por una operación aparentemente fraudulenta de la salida a Bolsa de Bankia son absueltos, justo cuando se va a fusionar esa entidad rescatada con dinero público con Caixabank. Los pequeños accionistas estafados se quedan con la sentencia que los hunde un poco más.

La sentencia del Supremo para inhabilitar a Torra, se guardó en el cajón para provocar un follón entre el gobierno del reino y el cuñado de Urdangarin, al que, por cierto, le han negado un cambio de grado en la prisión. Se sabía, pero Carlos Lesmes es el arquitecto del muro de contención de la marejada judicial del PP de toda la vida, es decir el de Casado y Abascal, comparsas con sueldo en el akelarre de la corrupción. Si se mira al antiguo oasis, el catalán, sus últimos presidentes han acabado mal con la injusticia española. Menos Pujol, que debe tener bula papal y más grabaciones y documentos que el villano Villarejo sobre reyes, presidentes de gobierno y bancos y banqueros. Este asunto de Torra, viendo la cosa con distancia, parece que buscó la tarjeta para no jugar el partido comprometido.