El pulso lanzado por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, contra el Estado francés se intensificó ayer con un llamamiento al boicot de todos los productos franceses, en reacción a lo que describió como «un ataque a gran escala contra el islam» en el Estado francés.

La defensa de la libertad de expresión y de publicar las caricaturas de Mahoma que Macron realizó tras la muerte del profesor Samuel Paty, le valió al presidente francés una recomendación de «terapia mental» por parte de Erdogan, que ayer endureció su postura. «A los creyentes nos hacen pagar la cuenta de asesinatos como los de los terroristas del Daesh (Estado Islámico) y atizan el odio a los musulmanes», afirmó Erdogan. «La islamofobia se expande en Europa como una peste», aseguró.

El Gobierno francés optó por mantener una posición discreta después de que Macron respondiera el domingo a Erdogan que «nada nos hará retroceder» en la defensa de las libertades.

Embargo de armas

Pese al aumento de la tensión, la UE recalcó que el futuro de la relación con Turquía no se revisará hasta diciembre, como acordaron los jefes de Gobierno y de Estado.

Por su parte, el ministro de Exteriores griego, Nikos Dendias, demandó de forma indirecta a su homólogo ruso, Sergei Lavrov, de visita en Atenas, un embargo de armas a Turquía. «La venta de armamento a Turquía desestabiliza a todos los países de la región», afirmó Dendias, que acusó a Ankara de tener «una visión expansionista neotomana» y de haberse transformado «en una agencia de viajes para yihadistas a todas las crisis de la región».