Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

El color de la desmemoria

El otro día, en una entrevista, me preguntaron qué significaba para mí la desmemoria. Al pensar en la respuesta recordé unas palabras de Gabriel García Márquez sobre la nostalgia que muy bien podrían valer para explicar lo que entiendo por desmemoria. Gabo escribió: «La nostalgia, es esa trampa que quita de su lugar los momentos amargos, los pinta de otro color y los vuelve a poner donde ya no duelen». Aunque distinta, la desmemoria hace lo mismo. La nostalgia es algo que se siente, una necesidad personal para creer que algún día fuimos felices. En cambio, la desmemoria se construye para que la tranquila indiferencia del individualismo social en que vivimos parezca normal. Se difumina el color de todo lo injusto que perturba nuestro orden personal y social y, luego, al igual que en una hemeroteca, se vuelve a colocar allí dónde menos molesta a nuestra memoria. Cuando en 2015 apareció ahogado el pequeño Aylan en una playa del Egeo, la opinión pública se conmovió tanto que pareció que algo podía cambiar en las políticas de la UE. Hoy nadie recuerda aquella tragedia. Estos días dos jóvenes migrantes se han suicidado, uno ahorcándose junto a la orilla del Bidasoa. La consejera de Políticas Sociales de Lakua dice que los suicidios nada tienen que ver con las políticas migratorias. No sé qué color poner a esta cínica desmemoria que tanto nos deshumaniza.