Majid Majidi fue nominado al Óscar en 1997 por “Niños en el paraíso”, un cuento social en torno al conflicto y resolución de dos niños que deben compartir sus zapatillas. En “Hijos del sol” vuelve a incidir en la temática infantil asociada a Irán con una fábula a medio camino entre el drama social y el cine de aventuras. Al igual que en su anterior propuesta, fue rodada por niños de la calle reales cuya infancia ha sido truncada tras ser obligados a trabajar.

La opción del cineasta no es subrayar los pasajes dramáticos porque su propia evidencia nos da una visión bastante general del paisaje por el que transitan los jóvenes protagonistas. Por otro lado, las situaciones en las que son partícipes también aportan un toque de comedia que nunca deriva en risa, sino en una tímida sonrisa teñida de complicidad.

El equilibrio entre el drama y la comedia teñida de tristeza asienta las bases de una obra que tiene en la aventura su excusa central ya que los chavales suman sus esfuerzos para dar con el paradero de un tesoro oculto. Dicho “McGuffin” permite a Majidi explorar una vía en el que la ensoñación permite a sus personajes recuperar esa esencia infantil perdida y siguiendo las pautas que Steveson nos legó en “La isla del tesoro” –donde lo verdaderamente importante no era el tesoro, sino la aventura en sí– transforma la película en una especie de variante de “Los Goonies” en clave social debido a que para dar con el tesoro oculto deben perforar un túnel que parte del sótano de la Escuela del Sol, una institución caritativa que intenta educar a niños de la calle y ello obligará a los cuatro a matricularse en dicha institución.

Con estos ingredientes, Majidi compone una entretenida película reforzada por un ritmo trepidante y unas excelentes interpretaciones y entre las cuales destaca la del pequeño Rouhollah Zamani.