Amaia EREÑAGA
DONOSTIA

Paolo Sorrentino: «La vida de Maradona se parece mucho a la de los santos»

Paolo Sorrentino es, según su propia definición, un hombre «muy trabajador y valiente», capaz de meterse en historias sin red de protección. Y también, añadimos, un cachondo. El cineasta italiano, autor de maravillas obras como la oscarizada “La gran belleza”, participó anoche en una masterclass en Tabakalera (abarrotada, sin entradas desde hacía tiempo), a raíz de la proyección en Perlas de “Fue la mano de Dios”, su último trabajo, en el que regresa a Nápoles, a su adolescencia y a dos hechos que marcaron su vida: la muerte de sus padres y la llegada de Maradona en los 80 al Nápoles.

“Fue la mano de Dios”, que llega premiada y alabada por la crítica de Venecia, está protagonizada por Filippo Scotti, el alter ego de Sorrentino. Se estrenará en las salas de cine en diciembre y luego llegará a Netflix. Larga e intensa de duración, tiene el sello de Sorrentino, ese universo poético, fabulador, tan napolitano («esta forma de estupor me maravilla») y empapado por esa especie de religiosidad pagana tan italiana. De hecho, Maradona era, dijo, un auténtico Dios pagano: «Para mí y para muchos napolitanos de mi generación tenía características semidivinas. Por ejemplo, no hay una fotografía de su llegada a Nápoles, se ‘apareció’ en el estadio y surgió de una especie de cueva oscura como un ser muy pequeño, como un recien nacido. He leído en un artículo hace poco que solía aparecer en un utilitario en lugares insospechados, en barrios del extrarradio, y la gente no se creía que era él. Yo también lo vi en un Fiat panda y tampoco creí que fuera él. Su biografía es la de un hombre que muere una y otra vez para renacer, y también es la de un mártir. Su vida, de hecho, se parece mucho a la de los santos».

Después de haber dedicado sus últimas películas a retratar a la clase política italiana, al Vaticano y a la alta burguesía romana, Sorrentino ha vuelto al origen, al suyo. Entre la aparición de aquel semidios, de quien tomó su frase para el título («fue la mano de Dios» dijo el astro argentino de su gol contra Inglaterra en el Mundial del 86) y la muerte de sus padres a consecuencia de una fuga de monóxido de carbono, se desarrolla esta especie de crónica sobre la pérdida de la infancia y el aprendizaje de un chaval al que le tocó hacerse mayor de golpe.

Él tenía 17 años cuando murieron; a este hecho autobiográfico ha regresado cuando ha cumplicado 50 años. Le había llegado el momento de hacer balance y de regresar a Nápoles, también a través del cine.

Escritor y cineasta, Sorrentino fue contando cómo rodó esta película, pero también fue desvelando su forma de trabajar y, sobre todo, cómo ve el oficio de hacer cine. Un oficio en el «hay un poco de talento y mucho de trabajo», dijo, en el que no para de reescribir y que, con el tiempo, ha ido simplificando.

De sus películas se dice siempre que son “fellinianas”, una influencia, la de Fellini, que está ahí y un cineasta que, dijo, «rodó mil declinaciones de un mismo tema, que es la dificultad del ser humano cuando le falta la tierra bajo los pies».

Frases que fue diciendo: «Si vas a hacer una película, nunca estás preparado; el hacer la película es lo que ayuda a prepararte». Otra: «Una película funciona bien cuando la idea es simple. La realización puede ser compleja, pero el núcleo original debe de ser simple».

Una más: «Debe haber sinceridad en las intenciones, porque no se trata de jugar y engañar al público. El cine tiene paralelismos con la magia o el circo: si el truco es básico, no sirve; si es de nivel alto, sí». ¿Y cuándo sabes qué historia tienes que rodar? «La historia que no se va y está ahí, la que sigue en la mente, es la que merece contar».

Una estrategia

Había curiosidad por saber cómo trabaja Sorrentino: «Escribo sin pensar en las imágenes, porque es difícil poner en palabras la fuerza de una imagen. En los guiones soy muy preciso, sobre todo porque me atemorizan las preguntas de los actores y prefiero que lo tengan todo por escrito». ¿Es tan preciso, está seguro? En el guion de “Fue la mano de Dios” se puede leer que una gran lámpara rota en el suelo; «debe recordar a una ballena varada». Lo explicó así: «Eso me lo enseñó Antonio Capuano (el primer director de cine con el que trabajó), quien me enseñó a escribir de modo novelesco para enredar al productor, para que piense que el guion es más elevado de lo que es en realidad».

¿Cómo funcionan las historias? «Puede parecer un anacronismo, pero el mundo funciona por los conflictos. Lo que hay que hacer es ver el conflicto como un impulso creativo y no como un problema». Y nos dejó una frase de regalo: «Lo importante en la vida son los matices».