Víctor ESQUIROL
LA HIJA

Una fábula desigual sobre la desigualdad en la gestación subrogada

Este oscuro cuento de hadas trata, entre otras cosas, sobre la influencia que podemos ejercer sobre los demás; sobre cómo este influjo puede fácilmente degenerar en control abusivo. En una fuerza de presión contra la que no se puede luchar. Porque el combate que describe es desigual: un bando está –muy– por encima del otro, se mire como se mire. En un plato de la balanza está una chica de apenas quince años. Una niña se podría decir, en comparación a lo que está en el otro plato: una pareja adulta (un «profesor» y su mujer) que además juega en su propio campo. En una casa, para acabar de ubicarnos, perdida en la sierra; a muchos kilómetros de la civilización. Y con esto, Manuel Martín Cuenca sienta las bases de la que perfectamente podría ser la película más política en su filmografía.

El trato que une a ella con ellos, se puede decir, es el de la maternidad subrogada, ese pacto teóricamente beneficioso para ambas partes, que vuelve a estar en el debate público, gracias sobre todo al despertar de una nueva conciencia feminista que nos pide repensar algunos de los tratos que a lo mejor son mucho más desiguales de como nos los habían pintado. Las fábulas también sirven para esto, para ilustrar realidades complejas, en términos comprensibles para todas las sensibilidades; respetando la normalmente brutal esencia del tema tratado. El relato de “La hija”, por cierto, va deformándose, y lo que en un principio era un preciosista retablo de postales bucólicas, va cediendo ante el feísmo del blanco y negro en poca resolución de las cámaras de seguridad, y acaba asentado en la brutalidad de un horror alimentado por las angustiosas urgencias del survival más descarnado.