Víctor ESQUIROL
SECCIÓN OFICIAL

ZINEMALDIA, UNA CELEBRACIÓN DE LA AMBIGüEDAD MORAL

EL MISMO DÍA QUE JOHNNY DEPP RECIBE EL PREMIO DONOSTIA, LA SECCIÓN OFICIAL CORRESPONDE SITUÁNDONOS EN ESOS LUGARES DONDE CUESTA DISTINGUIR AL BIEN DEL MAL. MANUEL MARTÍN CUENCA ARREMETE CONTRA LA MATERNIDAD SUBROGADA, MIENTRAS QUE THIERRY DE PERETTI SE SUMERGE EN LA ENFANGADA GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO.

«No habrá paz para los festivaleros». Admito que hoy he soñado con José Luis Rebordinos, director artístico de Zinemaldia, repitiendo esta frase. Convirtiéndola en un mantra con el que invocaba una serie de películas interminable, que en ningún momento nos permitiría bajar la guardia. La Sección Oficial de cualquier gran festival funciona así, pero lo que está siempre por ver es si la cantidad de títulos va a corresponderse o no con su calidad. Y resulta a veces que sí, como está sucediendo con esta 69ª edición. Y por supuesto, la combinación es agotadora... gloriosamente agotadora, debe decirse. Porque, por encima de la falta de horas de sueño, lo que más pesa ahora es el poso de unas películas fascinantes a la hora de desdibujar las líneas con las que normalmente dibujamos el Bien y el Mal.

Al principio, fuera de competición, aparece Manuel Martín Cuenca acompañado del sospechoso habitual Javier Gutiérrez. El director y el actor vuelven a formar un equipo imbatible en “La hija”, oscuro cuento de hadas marca de la casa, donde el tono fabulesco es la antesala de un thriller de tensión cocinada a fuego lento. En una remota casa perdida en la Sierra de Segura, se congregan un profesor, su mujer y una menor de edad embarazada. Les une un pacto que, al principio, parece buscar una situación provechosa para todas las partes. Y sí, en sus primeros compases, el film se esmera en situarnos en cierto idilio; en un ambiente de confort y seguridad. Hasta que las falsas sonrisas y las falsas palabras de apoyo que han ayudado a construir la ilusión, se quedan en esto: el vergonzoso recordatorio de las promesas incumplidas. La posibilidad rota del «y vivieron felices» transformado en terrorífico reflejo de todo aquello que no te quisieron contar de la gestación subrogada. Brillante y audaz jugada, por parte de Manuel Martín Cuenca.

De vuelta al concurso, Thierry de Peretti suma otra firme candidatura para la Concha de Oro. Su nueva película, titulada “Enquête sur un scandal” (o sea, «Estudio sobre un escándalo»), es una arriesgada mezcla entre reportaje de investigación y biopic, con el sobrecogedor telón de fondo de la lucha contra el narcotráfico. Ahora el horror lo despierta el recordatorio de que esta dramatización está basada en hechos reales. Ahora son las imponentes presencias de Vincent Lindon y Roschdy Zem las que nos recuerdan los peligros de asomarse al abismo; de declararle la guerra. Desde la escritura y la puesta en escena, de Peretti disecciona rigurosamente los mecanismos que llevan a un Estado (en este caso, el francés) a querer comportarse como el Mal al que combate. Y de nuevo, el resultado final asusta.