Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

El Bodegón Gorbea

El Bodegón Gorbea de Gasteiz acaba de cerrar. Su último propietario desde hace 35 años se jubila. El Bode no ha sido un lugar cualquiera, un bar de pasada que se olvida cuando la luz del día pone fin a una noche de gaupasa. Situado en uno de los rincones más bonitos del Casco Medieval, en una pequeña plaza próxima a la iglesia de San Pedro y a palacios con historia, con verjas donde siempre se colgaban pancartas reivindicativas, la terraza de El Bode ha formado parte de un tiempo alternativo, agitado, a veces difícil, nuevo y descarado donde el rock radical vasco puso la música, el TMEO el ingenio irreverente de las viñetas, la vecindad la vida obrera de todos los días, los insumisos su desobediencia, los artistas su cultura rompedora y la juventud abertzale el debate de un sueño revolucionario. El Bode se hizo mayor sin perder nunca el rasgo contestatario y resistente de sus gentes, acogiendo sin prejuicios a las generaciones que vinieron después, a los que llegaron de países distantes y a los o las que, aun peinando canas, sentían que «el Bode» era su lugar. Se había convertido en un bar sin edad y con todas las edades en su recuerdo. Las citas, las conversaciones de amigos o el café solitario de cualquier mañana ante al crucigrama de GARA continuaban teniendo un ambiente especial, el de esa secreta complicidad antisistema que tanto quisimos.