Iñaki Barrutia Arregi
Psicólogo Clínico
KOLABORAZIOA

Guerra e infoxicación

Galeano, periodista y escritor, decía que todas las guerras eran para robar. Esa es la única verdad incuestionable. Las guerras las organizan los poderosos, mueren los pobres y se enriquecen los ricos. Es simple pero entendible, todo lo demás es tan complicado de entender y asimilar como la física cuántica.

En el mundo de la infoxicación se contraponen los medios de manipulación a los medios de comunicación, el maniqueísmo simplista a los análisis complejos y poliédricos, en eso consiste la lucha mediática.

En la actualidad, si analizamos mirando la televisión lo que ocurre en Ucrania, solo hay buenos y malos, el pueblo de Ucrania y el Gobierno de Putin; no se analiza las connotaciones nazis del gobierno de Ucrania, la situación de guerra de Donbass y Crimea desde 2014. Los medios de manipulación han decretado que hay guerra, las cámaras limpias y nítidas apuntan a Ucrania; Yemen, Palestina, el cementerio del Mediterráneo y otras muchas guerras se pierden en los focos empañados de las cámaras occidentales. Los medios de comunicación, de papel y diarios digitales alternativos, dicen que ya había guerra en Ucrania, en Donbass desde el 2014. La infoxicación dice que Putin es un sátrapa y que es el único culpable; los medios de comunicación dicen que hay muchos responsables, el Gobierno autocrático de Putin, el Gobierno ucraniano impulsor del nazismo, la militarista OTAN y el Gobierno imperialista de los EEUU. Los medios de manipulación abren el foco en el sufrimiento de una parte de la población ucraniana; pero nos ocultan los intereses económicos y geoestratégicos que subyacen y el incumplimiento de los acuerdos de no incorporar a la OTAN a los países de la antigua URSS. Los medios de comunicación tratan de analizar la complejidad del conflicto aclarando diferentes aspectos del mismo: los precedentes conflictivos de Donbass, la masacre de Maidan, los intereses del gas, el militarismo creciente de la OTAN y los intereses económicos y geoestratégicos de Rusia y EEUU.

Es complicado acercarse a la verdad, pues es compleja sobre todo en temas internacionales. No se puede analizar lo que ocurre en la actualidad sin tener en cuenta los precedentes históricos, sin estudiar el origen del conflicto y los intereses encubiertos de terceros países. Antes y a la vez que en Ucrania ha habido y hay muchas otras guerras silenciadas, decenas de guerras, la mayoría de ellas en África. Un pequeño ejemplo nos serviría para evidenciar la manipulación a la que nos somete la infoxicación: mucha gente estará de acuerdo en las medidas económicas adoptadas por la Unión Europea para presionar al Gobierno de Putin; la pregunta sería: ¿por qué esas medidas de presión económica no se adoptan para presionar al gobierno de Israel, o al de Arabia Saudí? ¿Los ciudadanos de Yemen y de Palestina no merecen nuestra ayuda y nuestra solidaridad? Mientras tanto, la dictadura de Arabia Saudí obtendrá millonarios beneficios a cuenta de la guerra de Ucrania y seguirá masacrando la población del Yemen.

Las televisiones han logrado caricaturizar como sátrapa a Putin, de la misma manera que lo hicieron con Muamar el Gadafi, en la antesala de la intervención de la OTAN en Libia. Si analizásemos el perfil psicológico de Bush, Aznar, Biden y otros poderosos nos encontraríamos con abundantes narcisismos sociopáticos. Podemos resumir que la paz está en manos del negocio de la industria armamentista. Si vis pacem parabellum, esta maldita frase gobierna la rueda de nuestras vidas; demasiada testosterona y sociopatía en la mayoría de los gobiernos.

Nosotros y los «otros», este binomio es la raíz ideológica de las guerras, y hasta que no deshagamos este binomio subsistirán las jerarquías; con las armas pagadas con nuestro dinero matarán a «los otros», o «los otros» nos mataran bajo el silencio del binomio. Para generalizar el «nosotros» y deshacer el «los otros» debemos abolir las jerarquías; porque los jerarcas siempre han sobrevivido contra «los otros». A la guerra insumisión, pero a la injusticia frente, porque nuestro silencio y pasividad son cómplices del nepotismo. Dirijamos nuestras fuerzas y energías a luchar contra las jerarquías, ya sean de género, clase o raza. Para ello, apagar la televisión, abrir los libros, leer prensa alternativa y llenar las calles.