Con Irene Papas se apaga la mirada de las sentenciadas por la tragedia griega
Irene Papas dio voz y presencia a las mujeres que siempre fueron señaladas y condenadas por las tragedias griegas. Mostró su rabia y dolor a través de esa mirada negra y profunda que provocó deseo en los hombres y recelo en las mujeres de Creta. La actriz y cantante, símbolo de la cultura griega, falleció ayer a la edad de 96 años..

Fue Medea, Electra, Clitemnestra, Helena, Penélope y Anticlea. Mujeres de fuego y nieve abocadas a la tragedia por capricho y envidia de dioses y humanos. De este imaginario mitológico emergió quien mejor supo entender el papel de las mujeres en un entorno siempre hostil y salvaje, Irene Papas. Asociada a una pantalla que muchas veces carecía de la luz y el calor de Grecia, la profundidad y fiereza de su mirada negra simbolizó un territorio agreste, salpicado de ruinas dóricas diseminadas en pequeñas islas rodeadas por los mares Jónico y Egeo, siempre vigilados por el Mediterráneo.
Irene Papas construyó a partir de esta geografía un espacio propio en el que sus personajes mostraban ese necesario factor humano que pocas veces se encuentran en los textos antiguos. No obstante, el personaje que mejor la representa es una mujer anónima, llamada por los habitantes de Creta “La viuda”.
Despojada de su nombre, condenada a lucir un luto riguroso y observada con deseo por los hombres y con recelo por las mujeres, su gris existencia es dictada por el resto, hasta la irrupción de un escritor británico-griego que llega a la isla buscando inspiración y a un lugareño vitalista que atiende al nombre de Alexis Zorba y que legaría para la posteridad -con la ayuda del músico Mikis Theodorakis y el coreógrafo Giorgos Provias- una danza que hasta entonces no existía y que se instaló para siempre en la cultura griega, el sirtaki.
Nacida en Chiliomodi, una pequeña aldea de Corinto, en 1926, Irene Papas -su nombre verdadero era Irini Lelekou- encarnó más de ochenta papeles a lo largo de su carrera. Contemporánea de otra gran actriz, cantante y activista como lo fue Melina Mercouri, Papas fue considerada la heredera de Katina Paxinou, convirtiéndose en una de las grandes actrices trágicas helénicas del siglo XX.
Su salto internacional se produjo en la gran pantalla, gracias a títulos que se han convertido en clásicos como “Los cañones de Navarone”, “Zorba el griego” y “Z”, de Costa Gavras. A estos habría que sumar “Electra”, dirigida por el firmante de “Zorba el griego”, Michael Cacoyannis, con el que inició una colaboración que se prolongó en títulos como “Antígona” (1961), “Ifigenia” (1977) y “Las troyanas” (1971), en la que compartió reparto con Katharine Hepburn y Vanessa Redgrave.
La actriz expandió los universos de Eurípides y Sófocles con Federico García Lorca, un dramaturgo que también sabía mucho del desprecio sentido por los hombres, cuando protagonizó una variante de “Bodas de sangre” escenificada entre las tribus de Marruecos y dio vida a la vieja pagana de “Yerma”.

El Patronato del Guggenheim abandona el proyecto de Urdaibai

El PP amenaza con el exterminio político a EH Bildu y sin tener turno de palabra

El exalcalde de Hondarribia fichó por una empresa ligada a Zaldunborda

«Tienen más poder algunos mandos de la Ertzaintza que el propio Departamento»
