AGUSTÍN GOIKOETXEA
BILBO

Fieles a Marijaia exprimen las noches más intensas del año

Van siete noches pero queda aún una para darlo todo en la semana más larga del año en el Botxo. El recinto del Arenal es el epicentro de la juerga y atractivo principal para miles de fieles a Marijaia y otros muchos que la han descubierto tras visitar Bilbo en fiestas. Tentaciones las hay muchas, empezando por la oferta musical en las txosnas, aunque se sigue sin resolver cómo lograr que se deje de orinar en la vía pública, batalla pérdida por ahora.

Ambiente nocturno en las txosnas de Kaialde, en el muelle del Arenal.
Ambiente nocturno en las txosnas de Kaialde, en el muelle del Arenal. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

Bilbo despierta resacosa tras siete jornadas en las que las y los fieles a la reina y señora de Aste Nagusia lo han dado todo, aunque los excesos, también ciertas carencias, pasan factura a cualquier cuerpo.

La intensidad festiva se ha ido modulando con el paso de los años y el cambio de costumbres ha ido homogeneizando las diferencias del pasado antes y después de la puesta del sol. Mañanas y tardes han adquirido músculo gracias al esfuerzo de las comparsas por programar actividades que enriquezcan una oferta para todos los públicos.

A pesar de esa realidad, la noche sigue siendo especial y su arranque viene marcada por los fuegos artificiales. Es el momento que muchos aprovechan para retornar a casa tras haberlo dado todo o toca trabajar y otros -buena parte jóvenes- se incorporan. Muchas son personas que acuden de otras localidades, aunque cada vez es más habitual comenzar al mediodía y exprimir la jornada.

El recinto del Arenal mantiene el pulso durante las 24 horas, incluso cuando los servicios de limpieza se esmeran a primera hora de la mañana en recoger toneladas de desechos y camiones de proveedores abastecen a las txosnas exhaustas.

Es, sin duda, el destino de la mayoría de quienes disfrutan de Aste Nagusia, aunque también los hay que eligen otros puntos, como la plaza Pío Baroja -donde se instala Gogorregi-, o los cercanos muelles de Uribitarte y Ripa, donde se localiza entre otras la resucitada Federiko Ezkerra, o la txosna de Bilbogay&less, en la que actuó el jueves aún en horario infantil (antes del espectáculo pirotécnico) Leticia Sabater.

También tiene su público la verbena de la plaza Circular y las txosnas de Albia, junto al palacio de justicia, en una zona hostelera tradicional en la que se solapan el poteo del mediodía, el dichoso «tardeo» puesto de moda a raíz de la pandemia y la noche «clásica» para quienes tienen perjuicios con el ambiente de txosnas pero donde el «botellón» también campa a sus anchas y algunos de quienes portan bolsas de supermercado que les delatan hace varios lustros que dejaron atrás la pubertad.

Los ‘amigos de lo ajeno’, protagonistas de la machacona crónica negra festiva diaria, como si no hubiese otros actos para destacar, también son habituales de estos espacios, como los incidentes que se producen una vez que la ingesta de alcohol y otras sustancias hacen efecto. La presencia de agentes de Policía Municipal y Ertzaintza de paisano, como uniformados, es ostensible como sus intervenciones.

No obstante, las 27 txosnas comparseras son el referente principal de la mayoría, a la vista del aspecto que han presentado en estos días y viendo cómo ha ido in crescendo la afluencia a partir del domingo. El sábado estuvieron a rebosar a pesar de que la lluvia no quiso perder la ocasión de saludar a Marijaia. La gente bailó y no le importó empaparse por dentro y por fuera.

Sin duda, el domingo fue la noche más floja y eso que arrancaron la mayor parte de conciertos con referentes como la trasera del Arriaga con un escenario de Kaskagorri donde han estado, por ejemplo, Bulego o Dupla, sin olvidar un Euskalgunea a rebosar con los catalanes Buhos o Garilak 26.

El cartel ha sido extenso en otras espacios como Algara, Kulturgunea, Kranba, Piztiak, Triangunea o Kaialde, donde la noche del jueves estuvo Txapelpunk. Muy cerca, la Pinpi mantiene su tirón gracias a sus actuaciones y una purpurina biodegradable que cuesta hacer desaparecer. Su concierto «estrella» en esta Aste Nagusia es Nebulossa, el dúo alicantino que representó a España en Eurovisión con ‘‘Zorra’’ y que actuó ayer a medianoche, al que seguirán en la última Las Fellini.

Cuesta andar por los diferentes espacios, en esto no hay diferencias, dada la acumulación de bolsas y envases que las txosnas no generan pero sí traen muchas de las personas que optan por el «botellón». Es un fenómeno inherente a cualquier reunión festiva. Las iniciativas de las comparsas y también del Consistorio por una Aste Nagusia más ecológica choca con esa realidad difícil de reconducir, como lo es la que tiene que ver con orinar.

DÓNDE ORINAR

Las decenas váteres ubicados en lugares estratégicos son incapaces de atender la demanda entrada la noche y después de ingerir varias consumiciones las colas ante los urinarios son una constante como aquellas personas -en esto no hay diferencia de género- que busca una solución de urgencia tras un contenedor olvidándose del qué dirán y de los constantes llamamientos al civismo. Un año más, Bilboko Konpartsak ha colocado carteles demandándolo pero no calan en el personal.

En una villa cada vez más multicultural, las y los africanos han ido ocupando espacio pudiéndose encontrar en pleno Arenal a primeras horas de la madrugada a grupos tocando y cantando con sus instrumentos musicales tradicionales. A unas decenas de metros, otros tratan de vender camisetas y otras ofrecen peinados.

Más distribuidos por cualquier rincón, se venden pinchos morunos pero la oferta de los puestos de venta ambulante no regulada de comida ha crecido a pesar de las llamadas desde instancias municipales a que está prohibido y que lo van a perseguir. El año pasado también y los agentes decomisaron 22 kilos de productos que se estaban vendiendo sin ningún tipo de control sanitario, una cifra que resulta irrisoria.