Gaizka IZAGIRRE
HERNANI
UNA FUNCIÓN INESPERADA

Entre el camino y la aceptación

Durante años, el cine ha representado el trastorno del espectro autista con altibajos. En los 80, filmes como “Rain Man” (1988) visibilizaron el autismo, aunque desde una mirada reduccionista y cargada de estereotipos. Con el tiempo, esas representaciones han evolucionado hacia enfoques más empáticos y realistas, mostrando la diversidad dentro del espectro. En esa línea se inscribe “Una función inesperada”, una película que aborda el vínculo entre un padre imperfecto y su hijo autista.

La historia sigue a Max Brandel (Bobby Cannavale), un guionista que deja su carrera para reinventarse como comediante de stand-up. Vive con su padre Stan (Robert De Niro) y mantiene una tensa relación con su exmujer Jenna (Rose Byrne) sobre cómo criar a su hijo Ezra (William Fitzgerald), un niño autista. Tras la expulsión de Ezra de la escuela, Max decide llevárselo iniciando un viaje por carretera.

A partir de ahí la película se apoya en la estructura del road movie, donde el camino se convierte en el escenario del cambio. Los dos recorren distintos lugares y se cruzan con viejos conocidos del pasado, pero más allá de los desencuentros, el viaje termina siendo una oportunidad para que padre e hijo se conozcan de verdad.

Si bien la película logra emocionar en varios pasajes, le falta profundidad para dejar una huella más duradera y evita entrar de lleno en debates éticos o sociales más complejos sobre el autismo.

Es una historia sencilla, pero muy humana. Con actuaciones destacadas, especialmente del joven Fitzgerald -neurodivergente en la vida real-, la película apuesta por un retrato auténtico y sin condescendencias.

Un relato conmovedor sobre la paternidad, la diferencia y el poder de aceptar al otro tal como es.