Nuevas ideas para solucionar el viejo problema de los plásticos
La economía circular y el ecodiseño son los pilares en los que se basa Ekomodo, una joven empresa guipuzcoana que con quince botellas de plástico elabora una funda de ordenador o tablet, con cincuenta una mochila de moderno diseño, y con tapones de plástico fabrica mobiliario urbano como bancos o jardineras.

La presente edición del Día Mundial del Medio Ambiente vuelve a poner el foco en la contaminación de ríos y mares a causa del plástico, un material cuya producción sigue en aumento hasta alcanzar los 400 millones de toneladas anuales, de los que no se llega a reciclar el 10%.
La preocupación por este problema y el convencimiento de que la economía circular es la clave para solucionarlo constituyen el punto de partida de Ekomodo, una startup creada hace cinco años por un equipo de gente muy joven y muy preparada, pero también muy concienciada.
Al frente del proyecto se encuentra Aritz Gartzia Segurola, un ordiziarra de 27 años que estudió el grado en Liderazgo Emprendedor e Innovación (LEINN) en Mondragon Unibertsitatea y que para llevar a cabo su Trabajo de Fin de Grado recaló en la empresa Eko-Rec de Andoain. «Ekomodo se constituyó en 2019 en el seno del departamento de I+D de Eko-Rec, donde se trabajaba por explorar nuevos productos y mercados para dar una segunda vida a los residuos que no la tenían. Allí me encontré con David Zabala y Adriana Uribesalgo, que me ayudaron a dar forma al proyecto y los tres creamos la empresa», explica Aritz, el único socio fundador que continúa en la actualidad.
La materia prima que emplea Ekomodo son las escamas resultantes de triturar las botellas de plástico PET. De dichas escamas se obtiene una fibra textil con la que se elabora el fieltro que la gran industria utiliza, por ejemplo, para fabricar piezas de automoción, como pueden ser alfombrillas o recubrimientos de maletero.
Pero en el caso de la empresa guipuzcoana, se añade el factor del ecodiseño, lo que les permite fabricar una gama de productos funcionales y atractivos entre los que encontramos desde mochilas hasta carteras, pasando por fundas de ordenador o tablet de diferentes colores, fundas de gafas, carpetas o alfombrillas de ratón.
BRANDING Y MERCHANDISING
En cuanto a los clientes y mercados a los que van dirigidos sus productos, Aritz Gartzia explica que actualmente la práctica totalidad son empresas que adquieren sus productos para regalos, aunque al principio no fue así.
«Cuando empezamos pusimos el foco en el cliente particular. Queríamos que fuese una marca que llegara a las personas. Nos dimos a conocer en redes sociales y comenzamos a vender online y en tiendas. Pero pronto vimos que teníamos más encaje en las empresas, que adquieren nuestros productos y, tras ponerles su logo, los utilizan como productos de branding o merchandising», explica este joven emprendedor. Entre sus clientes se encuentran firmas como CAF, Irizar, Danone o Línea Directa.
Una segunda linea a la que se dedica Ekomodo es la de los productos de merchandising de mayor valor añadido. «Las empresas que adquieren nuestros productos nos pedían también otros artículos como bolsas de tela, camisetas, toallas de microfibra, cuadernos, botellas o termos de acero reciclado, y hace dos años empezamos con esa linea, aunque no como productores, sino como distribuidores. Pero siempre manteniendo la filosofía de sostenibilidad que nos distingue», explica Aritz Gartzia.
TAPONES DE BOTELLA
Por último, también han dado los primeros pasos en una tercera linea, más innovadora, que utiliza tapones reciclados para fabricar diferentes elementos de mobiliario urbano como bancos o jardineras, así como elementos de escritorio como bandejas o soportes para el móvil. «Se trata de tapones de envases prensados con los que se elabora un material muy resistente con el que se pueden fabricar infinidad de elementos de mobiliaario urbano». Resultan muy atractivos y además no requieren de mantenimiento como es el caso de la madera. Actualmente, estos bancos pueden encontrarse en localidades como Ordizia o Donostia.
Y en cuanto a estructura empresarial, Ekomodo dispone en la actualidad de dos personas en plantilla y otras dos en prácticas, una estructura que se adecúa a la actividad de la empresa y hace viable su futuro, aunque no siempre fue así. «Cuando empezamos yo tenía 22 años y no teníamos experiencia. Como emprendedores hemos cometido errores, sobre todo porque estábamos sobredimensionados; éramos cinco personas en plantilla en una empresa que no era conocida y no estaba consolidada, lo cual nos ha puesto en ocasiones en peligro, incluso de cierre».
«Pero con el tiempo, hemos ido adquiriendo experiencia y hemos ido mejorando, tanto en pedidos como en facturación y en estructura, y podemos decir que ahora mismo nos encontramos en el mejor momento», asegura. Aunque concluye señalando que el trabajo de emprendedor autónomo «nunca está exento de riesgos y no es fácil encontrar la estabilidad deseada».
«La durabilidad es un factor muy importante en un producto sostenible»
Aritz GARTZIA SEGUROLA CEO de EKOMODO
Un producto se puede calificar como «sostenible» si cumple una serie de condiciones, como por ejemplo que esté fabricado con materiales reciclados, en empresas del entorno, que su elaboración requiera la menor cantidad de energía posible, que pueda ser de nuevo reciclado una vez acabada su vida útil… Pero también es muy importante que sea un producto que dure en el tiempo, tal y como subraya Aritz Gartzia Segurola, CEO de Ekomodo.
Precisamente, lograr un producto de calidad y que dure en el tiempo es algo que ha llevado a esta empresa guipuzcoana a «sacrificar» la variable de la producción local, ya que le resulta muy difícil encontrar aquí empresas manufactureras que elaboren sus productos con un mímino de calidad.
En sus orígenes, esta joven empresa guipuzcoana comenzó a trabajar con talleres locales para confeccionar toda su gama de productos de fieltro, algo que mantiene en la actualidad. Así, el trabajo de corte por láser lo realiza una firma de Donostia y las labores de costura las lleva a cabo un taller de Errenteria que trabaja en el sector de la inclusión social.
Pero a medida que ha ido diversificando sus productos y utilizando otro tipo de materiales, Aritz Gartzia se ha encontrado con grandes dificultades para encontrar empresas locales, ya que la industria textil «está prácticamente desmantelada», afirma. Es por ello que para el resto de productos que no se elaboran con fieltro ha tenido que acudir a Madrid o a Cádiz, pero también a Portugal, Italia, Marruecos e incluso a China, donde elaboran por ejemplo las mochilas de poliester reciclado «con unos acabados y una calidad increíbles».
Preguntado por esta cuestión, Aritz admite que en un principio puede parecer contradictorio comercializar un producto sostenible que se fabrica en China, pero explica que es allí donde pueden asegurar una durabilidad aceptable. «Nosotros hemos hecho intentos por fabricar aquí las mochilas de poliester reciclado, pero ha sido imposible, no solo por motivos de precio, también por calidad y durabilidad».
Esto le lleva a la reflexión de que un producto sostenible «no es solo el que está elaborado con material reciclado. Tiene que durar, la durabilidad es muy importante. ¿Qué es mejor, un producto reciclado que en un mes queda inservible u otro que dura diez años o toda la vida?», se pregunta.

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