Gaizka IZAGIRRE
HERNANI
MADS

Entre la alucinación y el tedio

Presentada en el Festival de Cine Fantástico y de Terror de Donostia, “MadS” se suma a títulos como “El arca rusa”, “La soga” o “Birdman” por estar rodada en un único plano secuencia -algunas con pequeñas trampas-, en este caso de 90 minutos. Sin embargo, más allá de su proeza técnica y de la atmósfera envolvente y claustrofóbica, el filme ofrece poco más.

Cuenta la historia de Romain, quien tras probar una nueva droga y salir de fiesta, recoge a una mujer herida en la carretera. Al subir al coche, ella entra en pánico y muere tras golpearse la cabeza. Así comienza una noche de pesadilla.

Desde el arranque, “MadS” pisa el acelerador como si no hubiera un mañana: ritmo frenético, tensión constante y una cámara que parece haber tomado más droga que los personajes.

Durante la primera media hora el director, David Moreau, logra sumergirnos en una atmósfera tan inquietante como prometedora, con montaje ágil, sonido estridente y una cámara nerviosa que no da respiro.

Pero esa misma apuesta por la hiperactividad narrativa pronto se vuelve en su contra. Lo que al comienzo genera adrenalina, pronto se transforma en una sucesión de estímulos redundantes que, lejos de sostener el interés, lo erosionan.

El resultado es una experiencia que se desinfla progresivamente, donde el sobresalto deja de tener peso dramático y la tensión se convierte en ruido de fondo. Más que miedo o intriga, “MadS” acaba provocando indiferencia, cuando no agotamiento.

En definitiva, un cine de efecto que, al no renovarse ni encontrar variaciones, cae en su propia trampa.