Acción sin pretensiones para amantes de la serie B

La nueva propuesta de James Madigan, “Fight or Flight (Sicarios en el aire)”, es ese tipo de película que, antes de verla, ya se sabe que una obra maestra precisamente no va a ser. Así que todo lo positivo que se logre sacar de ella se disfruta el doble; como encontrar billetes en una chamarra que ya no nos gusta y tenemos apartada en el armario.
Con una premisa absurda (Josh Hartnett es un mercenario retirado que debe capturar a un sicario a bordo de un avión lleno de más sicarios rumbo a Estados Unidos), esta película sorprende y se deja disfrutar mucho más de lo que uno esperaría a simple vista.
Una película con altas dosis de testosterona, pero muy entretenida y con ese aroma inconfundible a serie B con acción desvergonzada. El humor negro es el invitado de honor y el desmadre sangriento está a la orden del día. Es de esas películas que hace 20 años hubiéramos alquilado en el videoclub del barrio -sí, cuando existían- para verla con la cuadrilla en el local.
El guion es muy básico y se limita a encadenar peleas sin apoyarse en ningún otro pilar narrativo que le dé un poco de sustancia. Técnicamente cumple lo justo y necesario.
Aunque no brilla por su originalidad ni por la profundidad de sus personajes, cumple con creces su misión: entretener sin pretensiones. El carisma de Hartnett y las coreografías, por momentos exageradas, le dan ese toque de diversión casi kitsch que logra mantenernos pegados a la pantalla.
Si lo que buscan es un rato de entretenimiento sin complicaciones ni dolores de cabeza, esta película puede ser una apuesta bastante decente.
Ideal para apagar el cerebro y disfrutar sin hacer muchas preguntas -o mejor ninguna-.
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