El gasto militar de la OTAN, una estocada a la lucha climática
El anunciado aumento del gasto militar por parte de los miembros de la OTAN va a impactar directamente en la lucha contra la crisis climática, tanto en términos económicos como en las emisiones de CO2. Un informe advierte del retroceso, quizá hasta hacerlos inviables, en la consecución de algunos objetivos medioambientales.

La escalada en el gasto militar protagonizada por los estados que integran la OTAN no solo puede desencadenar una carrera armamentística de inciertas consecuencias, también va a tener un efecto nocivo en la lucha contra el calentamiento global. Así lo advierte un informe de Transnational Institute (TNI) en el que se enumeran los pasos dados por la Alianza Atlántica en la dirección opuesta a lo que requiere el principal problema de seguridad mundial, que no es otro que la crisis climática.
El TNI recuerda que ya en 2023 advirtió de que la decisión de la OTAN de que sus miembros dedicaran al menos el 2% del PIB al gasto militar iba a suponer un coste estimado de 11,8 billones de dólares entre 2021 y 2028, y unas emisiones de 2.000 millones de toneladas de CO2 equivalente (MtCO2e), por encima, por ejemplo, de las emisiones anuales de Rusia. Y alertó de que «ese gasto iba a desviar recursos necesarios para la acción climática y a recompensar a una industria armamentística en auge». «Advertimos del peligro de desencadenar una nueva carrera armamentística justo cuando la crisis climática se agrava», evoca, y lamenta que «nuestras advertencias fueron ignoradas».
Desde el instituto exponen en este sentido que «el objetivo del 2% del gasto militar ha pasado de ser una ambición incumplida a convertirse en un mínimo, con un impulso creciente para acordar un nuevo objetivo del 3,5% del PIB». Algo que ocurre cuando ya el año pasado se produjo el mayor aumento del gasto real de los miembros europeos de la OTAN (más Canadá) en décadas, un 17,9%, de tal manera que el gasto militar de la alianza militar se ha incrementado un 25%, pasando de 1,177 billones de dólares estadounidenses en 2021 a 1,506 billones en 2024.
En este contexto, el informe detalla las implicaciones económicas de alcanzar los hitos marcados por la institución comandada por el neerlandés Mark Rutte. Señala, en este sentido, que si todos sus miembros alcanzaran el objetivo del 2% del PIB, el gasto militar total combinado entre 2025 y 2030 ascendería a 10,8 billones de dólares. Una cifra «enorme» que sin embargo empequeñecerá si todos los miembros de la Alianza Atlántica alcanzan el objetivo de gasto del 3,5% del PIB cada año, pues el gasto militar acumulado total para 2030 sería de 13,4 billones de dólares. Se daría por tanto un aumento «injustificado» de 2,6 billones de dólares.
El TNI destaca que «la mayor parte de ese aumento correría a cargo de los estados miembros de la OTAN no estadounidenses», y destaca que «el coste de oportunidad de 2,6 billones de dólares es in- menso: podría sufragar casi tres años de las necesidades de financiación climática de los países en desarrollo, a razón de un billón de dólares al año, o podría cubrir por completo las inversiones en la red eléctrica mundial necesarias hasta 2030 a fin de alcanzar los objetivos de cero emisiones netas, cifradas en 600.000 millones de dólares al año» hasta esa fecha.
Pero es que si se cumpliera el objetivo de gasto del 5% del PIB señalado por el propio Rutte, incluyendo gastos en infraestructuras de Defensa, el gasto militar total de la OTAN entre 2025 y 2030 sería de 19 billones de dólares, es decir, más del doble de lo que se destinaría si mantuviera su nivel actual de gasto. Podemos hacernos una idea de lo que supondría todo ese montante en la lucha climática.
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CADA VEZ MÁS EMISIONES
Y el impacto no solo es económico. El aumento del gasto militar, apunta el TNI, «conlleva un aumento de las emisiones, simplemente porque se destina sobre todo a equipamiento militar, que sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles».
Según sus cálculos, la huella de carbono militar total de la OTAN en 2024 fue de 273 MtCO2e; si todos sus miembros hubieran alcanzado el objetivo de gasto del 2% del PIB, la huella habría sido de 280 MtCO2e para ese mismo año, y sería de 1.920 MtCO2e en total entre 2025 y 2030. Esto supone 282 MtCO2e más que si simplemente mantuvieran su nivel de gasto de 2024 en los próximos seis años. «Al cumplir plenamente el objetivo de gasto del 2% del PIB provocarían que sus ejércitos y las industrias armamentísticas asociadas emitieran el equivalente a un año completo adicional de gases de efecto invernadero para 2030», explica.
Pero resulta que el listón de gasto está fijado ahora en el 3,5% del PIB, y si todos los estados miembros alcanzaran ese porcentaje la huella de carbono militar de la OTAN en 2030 sería de 2.330 MtCO2e en total, casi lo mismo que las emisiones anuales combinadas de gases de efecto invernadero de Brasil y Japón. Esto, agrega el informe, supone 692 MtCO2e más que si el gasto militar se mantuviera en el nivel de 2024 durante los próximos seis años. Esa cifra equivale a dos años y medio adicionales de emisiones militares de gases de efecto invernadero para 2030.
Esas 692 MtCO2e de emisiones adicionales, explica gráficamente, «anulan tres veces todos los esfuerzos de las economías avanzadas por reducir las emisiones de carbono relacionadas con la energía en 2024», y también anularían la reducción anual de emisiones necesaria para alcanzar el objetivo de la UE de cara 2030, que es el de bajar las emisiones de GEI al menos un 55% respecto a los niveles de 1990.
Y si todos los miembros de la OTAN alcanzaran el objetivo de gasto del 5% del PIB cada año, la huella de carbono militar de la OTAN para 2030 sería de 2.760 MtCO2e en total. Esto supone 1.122 MtCO2e más que si el gasto militar se mantuviera en el nivel actual de 2024 durante los próximos seis años, lo que equivale a cuatro años adicionales de emisiones militares de gases de efecto invernadero para 2030. Es decir, dos tercios más de CO2 emitido.
RECORTAR GASTO SOCIAL
Los autores también critican que «los compromisos europeos de aumentar el gasto militar contrastan fuertemente con las estrictas normas fiscales que impusieron la austeridad durante la crisis de la zona euro, y que fueron reafirmadas por el Consejo Europeo en abril de 2024, tras una flexibilización temporal durante la pandemia de covid», y apuntan que «existe una fuerte presión por parte de líderes europeos y de la OTAN para recortar el gasto social con el fin de financiar el aumento del gasto militar».
A este respecto, advierten de que «esto también tiene repercusiones en los objetivos climáticos y medioambientales de Europa, que se están viendo debilitados a medida que se agotan los recursos y las inversiones». Así, indican que la Agencia Europea de Medio Ambiente informa de que es probable que la Unión Europea no alcance más de dos tercios de sus objetivos medioambientales para 2030.
Y es que según la Comisión Europea, para alcanzar el objetivo de reducir las emisiones en un 55% en 2030 respecto a 1990 se necesitarán inversiones anuales adicionales de en torno al 2% del PIB entre 2021 y 2030, un nivel que deberá mantenerse durante dos décadas para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas. Sin embargo, lamentan que la presidenta, Ursula von der Leyen, «no se compromete a abordar la crisis climática de la misma manera que a hacer frente a la supuesta crisis de seguridad que plantea Rusia».
«Cada vez parece más claro que la UE se está alejando silenciosamente del Pacto Verde y de su objetivo principal original de trabajar en pro de la sostenibilidad y la neutralidad climática», expone el Transnational Institute, que hace mención a la «reorientación de algunos instrumentos de financiación más amplios, como STEP, así como de la financiación del Banco Europeo de Inversiones, hacia inversiones en el ámbito militar en lugar de hacia la ecologización de la economía».
Avisa, por ejemplo, de que el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, la mayor fuente de subvenciones de la UE para la transición ecológica, finalizará en 2026. Ese mecanismo se dotó con una capacidad financiera de 723.000 millones de euros para el periodo 2021-2026, incluidos 338.000 millones de euros en subvenciones, y su finalización «dejará un importante vacío en la financiación de la UE para la transición ecológica, que se reducirá a algo menos de 20.000 millones de euros al año». «Esto -añade- deja un déficit de unos 180.000 millones de euros en el periodo 2024-2030 para mantener los niveles de inversión actuales, y está muy por debajo de la inversión real necesaria para alcanzar los objetivos de la UE».
Por otro lado, es esperable que un aumento del gasto militar de la OTAN vaya acompañado de un movimiento similar por parte de otras potencias. En este sentido, el TNI recuerda que cuando la Alianza Atlántica fijó en 2014 el objetivo de destinar el 2% del PIB al gasto militar, «estableció de hecho una expectativa mínima que el resto del mundo debía seguir y que muchos han adoptado o están tratando de alcanzar», y que, en consecuencia, «el gasto militar mundial no ha dejado de aumentar, hasta alcanzar la cifra sin precedentes de 2,718 billones de dólares en 2024, lo que supone un aumento del 37% respecto a 2015». «El hecho de que la OTAN haya fijado ahora el objetivo en el 3,5% lleva esta escalada de la carrera armamentística mundial a nuevos y preocupantes niveles», advierte, y pregunta: «¿Es esta la dirección que queremos seguir?».
A modo de conclusión, el informe dice que «un análisis objetivo del gasto actual de la OTAN y del de China y Rusia muestra que ninguna de esas naciones supone una amenaza real para la mayor alianza militar del mundo», al contrario, «es el impulso de la OTAN hacia la guerra lo que supone la mayor amenaza, no solo para otros estados, sino para el sistema de vida planetario del que todos dependemos».

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