Alrededor de medio centenar de jóvenes procedentes de Mali abandonaron ayer la plaza de Amara Berri en la que han estado viviendo estos dos últimos meses para dirigirse a un alojamiento en Oñati que les ha proporcionado la Diputación con la colaboración de Ayuntamiento de Donostia, y que gestionará la Cruz Roja. Desde allí podrán continuar con la tramitación de sus demandas de asilo. Durante la emotiva despedida agradecieron al vecindario que les ha arropado y atendido todo este tiempo. Entre los vecinos también se respiraba un ambiente de victoria porque los refugiados han recuperado su dignidad y además no ha habido ningún tipo de conflicto.

Es una buena noticia que finalmente se proporcione a estos jóvenes un alojamiento digno. No obstante, la historia muestra las miserias de la gestión de las peticiones de asilo. Llama la atención la lentitud y las limitaciones que establece el Gobierno español para tramitar las demandas de las personas que huyen. Restricciones que son fruto de decisiones políticas -no de la falta de recursos- que provienen de acuerdos europeos, como el pacto sobre migración y asilo, que limitan el acceso a la protección internacional a las personas que son perseguidas en sus países de origen. Obstáculos que pueden dejan a las personas demandantes durante meses en el limbo, como ha ocurrido en Amara Berri. También sorprende la lentitud con la que han reaccionado las instituciones locales, Diputación y Ayuntamiento de Donostia. Fue la denuncia pública de la Asociación Vecinal Amara Berri la que activó la respuesta institucional, que ha llegado además entre reproches al Gobierno del Estado por su inacción, critica perfectamente válida para calificar su propia actuación.

Quienes sin duda han estado a la altura de las circunstancias han sido las vecinas y vecinos del barrio que con medios muy limitados han arropado a los refugiados malienses. Con su ejemplo han lanzado un potente mensaje de solidaridad y empatía que rompe con el odio y las actitudes racistas que proliferan últimamente. Solidaridad y compromiso son ingredientes fundamentales en la lucha contra el racismo.