Raimundo FITERO
DE REOJO

Cables pelados

Casi todo depende de un cable. Sin ir más lejos, el mismo internet que consideramos algo consustancial a nuestra existencia. La fibra óptima es un cable gordo. Pero lo que está claro que hay una plaga, quizás una pandemia, de personas que aparecen en nuestras pantallas a las que se les puede señalar por tener los cables pelados. Yo veo a Javier Milei y no tengo la menor duda. Y eso que va muy medicado, tanto, que tiene serios problemas de incontinencia y por ello va con pañales.

Pero que Ayuso felicite a Lisboa en un mensaje en redes después de las condolencias por los muertos en el funicular de la Gloria entra en otro capítulo de la digresión, de la disociación que nos puede empujar a interpretaciones freudianas no deseadas. Lo cierto es que esos funiculares son una seña de identidad de la capital de Portugal y que, después de mas de cien años sin tener ni una incidencia, a los pocos años de haber privatizado su mantenimiento se ha producido esta tragedia. La hipótesis es que se rompió el cable que va por tierra sujetando los vagones. Pero las autoridades mostraron su falta de sensibilidad al declarar su temor a la caída de visitas de los turistas por este accidente. La mayoría de los fallecidos son extranjeros.

En Florida, y de manera oficial, han prohibido las vacunaciones básicas a niños y niñas. Y el irresponsable político que lo ha proclamado considera que las vacunas son como el esclavismo. No es fácil entender estas actitudes tan acientíficas, pero forma parte del discurso estructural de los más reaccionarios. ¿Es una cruzada de cables o estamos ante un suicidio programado?