EDITORIALA

Rechazar alternativas, lo único claro de la «Y vasca»

Vuelve a la actualidad el proyecto de la “Y vasca” en sus términos habituales, absurdos en los últimos tiempos y disparatados desde hace dos décadas. Lo que en esta legislatura ha sido motivo de encontronazos indisimulados entre los partidos socios del mismo Gobierno, entre diputaciones gobernadas por el mismo partido y en el seno de esos partidos, resulta que no es competencia de ninguno de ellos. Tampoco es una novedad. Incomprensiblemente, la consejera de Movilidad de Lakua asegura que no sabe nada sobre la conexión de la «Y vasca» con Nafarroa y según aclara, «su diseño, trazado, construcción y mantenimiento» es competencia del Estado.

Un despropósito, otro más, dentro del despropósito que supone la “Y vasca” desde su gestación. Cabe recordar que hace cuatro años se construyó la estación de Ezkio, una infraestructura que en el caso de que, como todo parece apuntar, la conexión con la línea de Nafarroa se decida por Gasteiz, no tendrá utilidad alguna. Eso sí, antes de su finalización se paralizaron las obras para evitar los gastos de conservación hasta su puesta en funcionamiento, entonces prevista para seis años después. Llama la atención, por encima de la falta de cálculo en cuanto a los plazos, que no se tuviera en cuenta el detalle de la falta de competencias que ayer reconoció Lakua. Madrid decide pero Lakua adelanta el dinero que haga falta, incluso para construir estaciones por si sirvieran para algo.

Un despropósito en el fondo y en la forma, negando el verdadero debate a la ciudadanía, el que desde hace muchos años viene demandando gran parte de la sociedad vasca sobre la necesidad y oportunidad de esa macroinfraestructura y sobre la posibilidad de poner en marcha una alternativa sostenible a nivel tanto económico como ambiental. Pareciera, porque así lo transmiten, que los gobernantes de este país están ciegamente empeñados en sacar adelante un proyecto que no tienen nada claro, excepto en lo relacionado con lo que han demostrado tener como prioridad, como es llevar la contraria a quienes han presentado alternativas, no ya no teniéndolas en cuenta, sino simplemente ignorándolas.