Raimundo Fitero
Raimundo Fitero

Hijos de

En términos sociológicos, escolares, laborales y de estadística, estamos en una etapa histórica en donde los niños y niñas de las múltiples adopciones internacionales están llegando a la pubertad, han transitado por la infancia, y empiezan a visualizarse unos problemas para los que no todos los padres están preparados, ni existen antecedentes, ni las instituciones tienen programas específicos en escuelas, institutos u otros ámbitos de socialización. Es algo que debería entenderse como normal, pero que se adhiere a otros problemas sociales actuales, y en el caso de algunos famosos, es carne absoluta de cañón mediático y sus posibles derivadas.

Dos familias que se multiplican hasta el infinito nos proporcionan material para situaciones que podríamos consideran sainetes costumbristas, pero que encierran mucho dolor, mucha desubi- cación, mucha injusticia y muy poca capacidad de inserción o de simple mantenimiento de las relaciones y los vínculos con una normalidad mediana. La mezcla de folclóricas y toreros forma parte de la marca España, es una constante glosada en coplas y cantos populares, y de dos de estas uniones, ya con viudos y viudas de por medio, ahora mismo viven centenares de familias.

Todo lo que rodea a Pantoja, con sus líos políticos, pero con su influencia taurina, con el embarazo de su hija adoptada ahora mismo en primera línea, compite con todo lo que rodea a Rocío Jurado, desde su primera hija por fin retirada de los focos, a su último hijo, también adoptado junto al torero y conductor homicida, Ortega Cano, que acaba de ser detenido por un asunto de delincuencia común, como parece. Aquí el efecto serio, social, de integración y la aparente falta de educación adecuada tiene el agravante de la publicidad y del morbo que los vividores de la prensa del corazón añaden. Dolor sobre sufrimiento, un bucle interminable. Todos son hijos de. Bueno, todos somos hijos de alguien, pero los hay que llegan estigmatizados, en general para lo bueno en cuanto a herencias, pero que cuando se les tuerce el destino o acaba de manar dinero de la fuente eterna de los papás o mamás, acostumbra a tener finales muy poco felices.