Raimundo Fitero
DE REOJO

Coletazos

La ciudadanía valenciana ha salido de manera numerosa a la calle para protestar por el cierre de Canal Nou. Han acabado la manifestación solicitando la dimisión del presiente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra. Los debates que se están provocando en las televisiones marianistas, es decir las televisiones ultra católicas que ha defendido el peor presidente de la historia, Intereconomía y 13 TV, con una frase lapidaria, «dicen lo que piensan una inmensa mayoría de españoles», delimitan bien a las claras dónde reside la cuestión económica de la decisión: hay que repartirse el botín entre ellos. Los sindicatos, los rojos y los demócratas progres solamente merecen el apagón o el paredón, depende del vino que lleven ingerido.

Uno no sabe si el motivo principal para acudir a la manifestación valenciana era un sentimiento de robo, que se metaboliza en ese oscuro logrado con intervención policial que aclara bastante la terquedad y la manifiesta actitud totalitaria, o una imperiosa necesidad de salir a la calle para mostrar el rechazo a esa casta de políticos corruptos que han infectado toda la vida social, política, cultural y económica de la comunidad valenciana. Probablemente en muchos de los manifestaciones era una suma de ambas urgencias históricas. No existía una convocatoria muy definida en esa muestra saludable de rechazo y petición de dimisión. Quizás fue una visualización del hartazgo.

Volviendo a llevar el agua a nuestro molino, lo que se precisa realizar es un debate abierto, largo, intenso, profundo, fuera de las peleas de los clanes de las bandas, o sea sin partidos políticos que lo enturbien todo desde un supuesto liderazgo lastrado por intereses previos, sobre las televisiones de titularidad pública. Su necesidad, su encaje democrática dentro de las libertades básicas como son las de expresión e información, y los límites que estos organismos deberían tener, tanto en el campo informativo, como en el de producción e incidencia en la economía de lo audiovisual. Del cierre de CTVV nos irán apareciendo todavía muchos coletazos, porque la decisión ha sido muy drástica, muy ligera y sus consecuencias están todavía por descubrirse.