Aitor AGIRREZABAL
Análisis | Proceso soberanista escocés

Las propuestas del Libro Blanco encienden el debate en Escocia

La guía sobre los pasos a seguir entre una posible victoria del «Sí» en el referéndum de Escocia del año que viene y la proclamación de la independencia en marzo de 2016 ha copado portadas y debates de todo el mundo desde su presentación.

Un documento de tal importancia, que marca el camino entre una posible victoria del «Sí» el 18 de setiembre de 2014 y la independencia ha provocado reacciones en todos los ámbitos y ha avivado un debate muy correcto hasta la fecha. Si desde la campaña «Mejor Juntos» han señalado que no aporta nada y que se trata «de un cúmulo de sueños independentistas», los distintos partidos y colectivos a favor de la independencia coinciden en que la propuesta del Ejecutivo de Edimburgo pone el futuro de Escocia en manos de los escoceses.

Son muchos los temas que toca el Libro Blanco, nada menos que 670 cuestiones repartidas en 650 páginas. Algunas sobresalen por encima del resto.

La posible inclusión en la Unión Europea es la primera de ellas. En los planes del Gobierno escocés entra convertirse en el país miembro de la UE número 29. Para ello, argumentan que hoy en día ya son parte, y que cumplen con todos los requisitos para ser miembro. Las negociaciones para pasar a formar parte comenzarían una vez conocido un resultado positivo del referéndum.

Sin embargo, desde la campaña «Mejor Juntos», con el primer ministro británico David Cameron y el secretario en Escocia Alistair Carmichel al frente, se han apresurado a decir que no será así, y que Escocia quedará fuera de la unión. A este carro se ha apuntado el presidente del Gobierno español Mariano Rajoy, que ha puesto fuera del mapa una Escocia independiente, relacionándolo con un posible referéndum en Catalunya.

Entre el deseo de unos por ser miembro de pleno derecho de la UE y el juego de otros por fomentar el miedo sobre lo que supondría quedar fuera, parecen asegurar la inviabilidad de un Estado independiente fuera la unión.

La población escocesa tiene asumida su condición nacional, por lo que la votación no va a ser una reafirmación o negación del nacionalismo. La sociedad quiere saber qué le puede aportar la independencia o qué pérdidas le puede suponer. Y en términos económicos, el Libro Blanco trató de arrojar luz sobre alguno de estos puntos.

El modelo económico no sufrirá grandes cambios. El capitalismo que ha provocado grandes recortes llegados desde Londres mantendría sus bases, con ciertos arreglos. La gran diferencia, una vez más, reside en que serán dueños de su propia economía. Hoy en día Escocia controla el 7% de sus tasas, cifra que pasaría a ser del 100%. Durante los últimos años, al norte de la frontera han padecido grandes recortes que llegaban desde el sur, sin embargo, con el cambio, cerca del 90% de esos recortes no sufrirían modificaciones. Los servicios públicos, como la sanidad o la educación no recibirán nuevas inversiones.

El Libro Blanco asegura que la buena economía escocesa permitirá no subir impuestos. Tampoco sobre las grandes fortunas. Mientras que el impuesto de sociedades se reducirá en un 3%. Esto facilitará la inversión, en beneficio del sector empresarial, pero no aportará ningún tipo de ingreso a los servicios públicos. El otro aspecto que más polvo ha levantado ha sido la divisa. Rechazada la entrada en el euro o la creación de una divisa propia, el Gobierno de Alex Salmond apuesta por la continuación de la libra. La campaña por el «No» e incluso el primer ministro de Gales han rechazado esa afirmación, delegando la decisión final a las negociaciones.

Mantener la libra supondría tener cierta dependencia del Banco de Inglaterra, que sería responsable de las tasas de interés y de la estabilidad financiera del nuevo Estado.

Esta relación se ha comparado con la que Grecia o el Estado español mantienen con el Banco Central Europeo, y que ha provocado grandes recortes para ambos. Si un futuro gobierno escocés decidiese no acatar ciertas medidas de este tipo, el Banco de Inglaterra podría alegar que amenaza la estabilidad de la moneda.

La defensa también ha ocupado líneas en los periódicos. El documento propone que tras la independencia se doble el personal de la Armada, al tiempo que rechaza topo tipo de armamento nuclear, como los submarinos que poseen en sus aguas y que desaparecerían antes de 2020. Sin embargo, desean mantener ciertos acuerdos de cooperación con la OTAN, sin aclarar en qué consistirán estas relaciones.

Finalmente, la hoja de ruta que plantea el Ejecutivo escocés sí que aclara ciertas medidas sociales como la abolición del impuesto dormitorio que Londres les ha impuesto o los servicios de guardería gratuitos que pueden permitir la vuelta al mercado laboral de toda una generación de padres y madres.

La guía que propone el Gobierno de Salmond da respuesta a muchas de las incógnitas con las que jugaba la «Campaña del Miedo», o del «No», para tratar de asustar al votante sobre lo que depara la independencia. El Libro Blanco permite, a diez meses del referéndum, entregar las riendas de Escocia a su propia sociedad, y tomar sus propias decisiones. El primer gobierno electo de una Escocia independiente, deberá crear una Asamblea Constituyente que cree una Constitución, y a partir de ahí se podrá dar forma a las distintas propuestas planteadas.