Raimundo Fitero
DE REOJO

Talento

La lucha por las audiencias entre las generalistas en los días de mayor presencia de espectadores frente al electrodoméstico esencial nos procura las bases de las programaciones más estables en sus modas o intenciones. Se puede asegurar que en estos momentos lo que ocupa más tiempo televisivo son los espectáculos que buscan talentos, ya sea en la música, en las variedades, en la cocina o en el recuerdo. Fórmulas de franquicia, variaciones de otras franquicias, ideas primarias transformadas en proyectos que no alcanzan sus objetivos, juegos con famosos que se disfrazan y cantan como en un gran nido de arte estruendoso.

Lo de los programas de cocina, la lucha entre cocineros, empieza a ser un clásico pese a llevar muy poco tiempo en nuestras parrillas generalistas. Los habíamos visto, tanto los que montan broncas y descubren restaurantes desechables, como en los que se juzga la evolución de cocineros en cierne, aficionados o cocineros profesionales que buscan mejorar y, sobre todo, a través de su presencia televisiva publicitar su restaurante. Según se mire, podríamos estar ante una plaga. Es como si el programa de cocinero solvente haciendo ante las cámaras una receta diaria fuera un formato obsoleto.

Pero es en el campo del talento artístico y, especialmente, musical donde estamos más cercados. «La Voz», es un espectáculo franquiciado que es copia y que mueve los mismos resortes emocionales, las mismas estéticas, que sus iguales en casi todas las televisiones del globo. Funciona siempre, con altibajos muy poco importantes. Ahora compite cuerpo a cuerpo con un «Top Chef», con ese emergente comunicador vestido de cocinero, Alberto Chicote.

Y de repente aparece, «Generación Rock», en la primera estatal, conducido por Melendi, y que buscaba otra idea, la de hacer que personas anónimas, gente con aficiones, jubilados, colectivos no habituales en este tipo de espectáculos cantasen canciones de su memoria musical, de su educación sentimental, pero solamente de rock. Y ahí han patinado. Todo parecía impostado. Ha sido un fracaso más de TVE, que acumula los desastres de manera espectacular en todos los géneros y tramos horarios.