Ion SALGADO GASTEIZ
Entrevue
FIDEL MOLINA
COORDINADOR DEL PROGRAMA BERAKAH

«No es posible tanta diferencia entre los que más y los que menos tienen»

«Tirar comida es un delito». Con esta contundencia apela Fidel Molina a la solidaridad individual, sin olvidar la responsabilidad de las instituciones. Coordina Berakah, un programa de la Unidad Pastoral de Alde Zaharra de Gasteiz que, tal como describe su página web, tiene por objeto ayudar a las personas que menos tienen para que estas puedan adquirir «el mayor grado de autonomía y los mejores niveles de calidad de vida posibles».

¿Cómo se entiende que se tire tanta comida cuando hay personas que no tienen para alimentarse?

Pues muy difícilmente. La mentalidad de la personas cambia cuando les ponen rostro a las personas que no tienen para comer. Conoces a gente que, aunque trabaja, no tiene para comer. La solidaridad se activa en esas situaciones. Es un mecanismo humano. A la gente le hace mirar mucho más lo que tira y lo que guarda, porque se guardan muchas cosas en casa. Aquí hay más de 260 voluntarios y yo, que tengo la suerte de estar con todos, oigo ese tipo de comentarios. Pero, desgraciadamente, hay gente que vive de espaldas a ese mundo y entonces no se plantea estas cosas. Por ejemplo, el otro día se difundió un estudio que dice que tiramos el 8% de la comida. 50 kilos de comida... es una bestialidad. A esto se suman la ropa, los libros, el material escolar...

Asociaciones y programas como estos dan soporte a las personas que no tienen nada, y existe una cierta red institucional que se encarga de garantizar la subsistencia de todas las personas. ¿Por qué se ve a gente buscando en la basura?

Porque no llegamos a cubrirlo. Nosotros no somos una institución, intentamos llegar a los que, precisamente, las instituciones no llegan. Nosotros somos una puesta en común de bienes, y algunos aportan tiempo, otros dinero, otros comida... Somos testigo de mucha gente a la que no llegamos. Cuando vivimos esto nos ponemos muy a la defensiva con las instituciones, y decimos que es injusto que por ejemplo haya gente en Vitoria que no tenga recursos para vivir dignamente. Muchos no entendemos el modelo de ciudad que estamos montando. La entenderíamos si no hubiera personas que pasan hambre, frío o penuria, si no hubiera personas que se tienen que meter en un contenedor para buscar comida...

¿A cuántas personas atienden?

A mucha gente. El año pasado en el servicio de acogida hicimos 4.840 fichas. En la Despensa Solidaria tenemos a más de 200 familias en reserva y atendemos 150 subvencionadas, que aproximadamente son 400 personas. Damos unos 200 menús al día con los lotes de comida. Mucha gente se queda al margen de una ayuda institucional. Y esta cifra sigue incrementándose...

¿Les choca que las instituciones y/o las grandes superficies no tengan datos de las personas que buscan comida en los contenedores y otras respuestas para evitarlo?

Es cierto que la gente no quiere conocer esa realidad. En nuestro caso elaboramos una memoria que no busca decir `mira todo lo que hemos hecho'. No, lo que busca es dejar constancia de las personas a las que llegamos, porque hay otras a los que no llegamos. Hace unos años los pobres vivían a miles de kilómetros, pero ahora no es así. Si conociéramos esta realidad nuestra forma de vivir cambiaría. Y desde luego hay para todos si sabemos repartir.

¿Qué hacer para que la gente no rebusque en la basura?¿Por dónde se puede empezar?

Nos tenemos que concienciar todos. Es mentira que la gente que viene de fuera y las personas que viven aquí con menos recursos sean una amenaza. Lo que tenemos que hacer es generar espacios como este o el Banco de Alimentos, donde se puedan canalizar todos los bienes. Y a partir de ahí intentar llegar a un reparto mucho más equitativo entre todos. Y eso es posible, pero para eso tenemos que pensar en los demás, no solo en uno mismo. Hay que aprovechar lo que sobra, que siempre sobra. Tenemos unos tuppers que van siempre de un sitio para otro con la comida que ha sobrado. Es un deber de los que tenemos, y un derecho de los que no tienen. Es un delito tirar comida. Luego está la solidaridad de cada uno. Hay personas que están dispuestas a rebajar su nivel de vida, tal como dice la famosa cultura del decrecimiento, de la que se habla mucho pero se práctica poco. No es posible que haya tanta diferencia entre los que más tienen y los que menos tienen.

En la situación actual, ¿las instituciones públicas deberían hacer más, en lugar de dejar una buena parte del trabajo social en las manos del tejido asociativo?

Sí. Yo me enorgullecería de una ciudad que supiese responder a las necesidades de las personas, de una ciudad en la que el objetivo fuese pobreza cero. Lograr que no haya nadie que no tenga para vivir, que no haya nadie que no tenga un techo, que no haya nadie que tenga que pedir, que no haya nadie que tenga que vivir de las sobras... Ese debería ser el objetivo principal. Y luego ya habrá tiempo para otros.

¿Choca ver a personas de la denominada clase media también en los contenedores?

Lo que pasa es que la ley garantiza los alimentos a los que no tienen nada, pero no a los que tienen algo, aunque sea poco. En Vitoria hay mucha gente que tiene algo pero no lo suficiente. Hay gente que igual cobra la RGI, pero tiene que pagar 600 euros de alquiler. No da para vivir con una RGI, porque si sumas gastos, no da. Esa gente no tiene ninguna otra cobertura porque no tienen mas ayuda aparte de la RGI. Posiblemente, aunque esto ya es generalizar mucho, el perfil de la gente que busca en los contenedores es gente que tiene algún tipo de recurso. O puede ser gente muy desestructurada. En este sentido hay que señalar que, a vecer, los servicios sociales dicen que hay gente que no va al comedor social aunque se lo ofrezcan gratis. A mi parecer, eso pone de manifiesto una catástrofe para los servicios sociales. Para mí sería una catastrofe ser el director de unos servicios sociales donde tengo que decir que hay gente que no va a los servicios sociales aunque le dé la comida gratis. Me sentiría muy mal, vaya servicios sociales que tenemos...